¿Por cuántas personas seríamos capaces de dar nuestra vida? Pensemos, cuántas personas darían la vida por nosotros… Y, ¿somos capaces de amarnos y sacrificarnos por nosotros mismos?
Por poner un ejemplo; conozco personas con cáncer de pulmón que siguen fumando, sabiendo que les perjudica y eso les acorta la vida… en estos casos, la mente -el hábito- es más fuerte que el amor por sí mismo.
Compasión no es sentir pena por el otro ni tiene nada que ver con la caridad cristiana de dar limosna o atender al necesitado desde un sentimiento inconsciente de superioridad que nutre al Ego.
Compasión es la respuesta natural y espontánea de un corazón abierto que está en sintonía con la energía superior del Amor Incondicional. Como no lo hemos experimentado nunca, no tenemos ni idea… pero si estamos atentos y cultivamos nuestro corazón, que es quien contiene la esencia de nuestra naturaleza, lo conseguiremos poco a poco. Entonces, es cuando nuestra existencia sentirá la razón de ser.
Lo que ocurre es que los miedos, la inseguridad, la desconfianza… la amargura, han bloqueado este importante centro energético… seguramente que también nuestro corazón se quedó atrapado en la memoria del pasado y el sufrimiento no le permite latir con la fuerza y la alegría -y el amor- que debiera.
El Amor desinteresado e incondicional nos falta por desarrollar. Los miedos nos retienen de DAR, temiendo quedarnos con poco o nada, sin saber que cuando se da amor desinteresadamente vuelve a ti multiplicado.
Abrir el corazón a la compasión es expandir el estado de Amor en uno mismo y esto es lo que trae la Abundancia en todos sus aspectos y niveles. Cuando el corazón se siente libre de ser, ama a todos y a todo.