
¡Con qué angustia más grande se viven los sentimientos de inferioridad! ¡Cuántos dramas desatados cuando los jóvenes salen al mundo sin sentirse seguros de sí mismos y sin tener herramientas válidas para defenderse y saber relacionarse!
Y es que una niñez marcada por frases lapidarias como «no sirves para nada», «eres tonto», «eres malo», asfixian la autoestima. Los gestos de indiferencia o menosprecio de los padres son suficientes para minar en los hijos la capacidad de amarse y amar a los demás.
Es difícil sobreponerse a ello pero no imposible. Y antes de acabar drogándose con fármacos que anulan la capacidad de pensar y sentir, existen terapias alternativas y/ o complementarias, que ayudan a limpiar las heridas emocionales del pasado y crear una nueva identidad a partir de descubrir la propia naturaleza y capacidades.
Cada vez más nacen niños con la Conciencia despierta. A los siete años tienen una mirada lúcida, saben lo que quieren desde una firmeza que sorprende. Y por otro lado, están esa inmensa mayoría de niños apagados, totalmente tragados por el sistema de obediencia ciega y frustración, a los que se les ha mutilado su capacidad de pensar y su creatividad.
Un sistema donde la competitividad y la ley del más fuerte es lo que gobierna las mentes. Pero estamos ya viviendo los comienzos de una nueva Era y la Conciencia colectiva e individual son las protagonistas para que se produzca este cambio de paradigma. Donde la competitividad se está ya transformando en SOLIDARIDAD. Y el egoísmo en AMOR y COMPASIÓN-