Yo no soy mi Mente

Quien piensa es mi cerebro. Es mi Mente la que maquina y constantemente trama, manipula, conspira, enreda… no soy yo…

Yo no pienso, quien piensa es mi cerebro. Yo no soy mi Mente.

Desde la Mente se piensa en términos de GANANCIA/PÉRDIDA. La Mente funciona por intereses; hemos crecido bajo esas enseñanzas, aunque se hayan vuelto pensamientos sutiles, esa creencia está, persiste.

Inclusive el AMOR se vive desde la Mente -con intereses-. «No me aporta nada», se escucha decir. «no me conviene», … todo esto son conclusiones que vienen de la Mente. El Corazón se expresa de otra manera. El Corazón, cuando presiente que alguien le puede hacer daño se siente intranquilo, avisa de esta manera, con inquietud. Pero, ¿acaso nos paramos a escucharle? … Pero, luego nos lamentamos «no supe a tiempo», «no reconocí mi error».

Sólo podemos valorar lo que somos capaces de entender. Mantengamos la Mente clara y lúcida; que ocupe su lugar y haga su función. Practicar la Respiración consciente es de gran ayuda; frena los pensamientos repetitivos, obsesivos, inútiles, y los disuelve.

Todos los Miedos nacen en una Mente débil. Fortalecer la Mente, no dejándola que se disperse, con la reflexión, meditación, centrándola desde el silencio.

El miedo es debilitante

No se trata de búsqueda sino de sintonización.

No solo estamos vivos porque nuestro corazón late ni somos más lúcidos porque oxigenamos nuestro cerebro. Estas dos funciones actúan de forma no deliberada. Lo que sí depende de nosotros es mejorarlas; respirando profunda, lenta y conscientemente, con técnicas sencillas y eficaces.

El miedo envenena el Alma. Descansemos nuestra atención en ella y nos iremos liberando de los miedos al aumentar el conocimiento de nosotros mismos.

Lo contrario a los miedos es la paz mental. La conexión entre mente y corazón nos llevan a tener pensamientos y sentimientos coordinados y coherentes.

EJERCICIO DE RESPIRACIÓN CONSCIENTE. Nos expandimos y nos contraemos realizando un suave movimiento relajante al respirar, poniendo la atención en el Centro Ombligo que es el punto conque hemos comenzado a respirar al nacer. Permitimos que el oxígeno llene nuestros pulmones y suba para oxigenar también el cerebro.

Con los ojos cerrados y una posición cómoda, llevamos los cinco sentidos hacia adentro e imaginamos o visualizamos la columna vertebral libre de cualquier tensión. Permitimos que el Prana fluya por la médula espinal, reactivándola.

Piernas y brazos están totalmente relajados.

No tenemos prisa; nos sentimos fuera del tiempo, totalmente relajados.

Los pulmones y nuestro corazón reciben mensajes de armonía y serenidad

Seguimos una respiración rítmica. y sentimos como todo el cuerpo respira de forma armónica; desde la coronilla hasta la punta de los dedos de los pies.

En los momentos de exhalación, sentimos cómo sale por todos los poros de nuestra piel, energía que va formando un halo de Luz alrededor de nuestro cuerpo.

Nos convertimos en testigos de éste momento presente, desde nuestra Conciencia. No somos nuestro cuerpo. No somos nuestra mente. Experimentamos el vibrar de nuestro Ser, de nuestra Alma. Y sentimos una inmensa paz.

Cuando el Alma se deja ver

Me voy olvidando hasta de mis gustos. Puede parecer algo impuesto, como si la mente me retase: «deshazte de más», «vacíate de todo apego», … pero no es mi mente quien lo ha planeado así.

El ver cómo todo se va diluyendo hace que me pregunte a veces qué es lo que quedará. ¿Es que acaso los placeres son malos?

Pero, ni siquiera eso, cada vez son más sutiles los pensamientos. Sólo el Alma y el corazón están presentes.

Cuando la Conciencia aquieta a la Mente sucede una transformación; el Alma se deja ver.

La Conciencia está ligada a la Intuición. Abrir los ventanales de la Intuición hace que se amplíe la panorámica de nuestro mundo y el horizonte pierda los límites que la mente había creado.

Las limitaciones del conocimiento mental comienzan a tambalearse y la Conciencia nos muestra de refilón la sabiduría intuitiva que fluye sin límites … y comenzamos a maravillarnos … puede que aparezca el Miedo, que siempre teme perder algo o se asusta de lo desconocido … pero también él desaparecerá.

Esta sabiduría innata que nos sostiene y no permite que nos corrompamos ni degeneremos o nos degrademos, debe ser reactivada. Se trata de la Presencia divina; nuestra Alma con toda su Luz.

Vivamos desde y en la Presencia divina, que emana desde el centro sagrado de nuestro corazón y conseguiremos vivir acorde a nuestra naturaleza de manera fácil y desde la preciosa serenidad del Alma.

La paz interior

La paz interior es la base de la espiritualidad. Es tu espíritu, sin equívocos, bendiciéndote. Se trata de un estado de unión con la Conciencia superior que mantiene serena tu Alma, suceda lo que suceda en el exterior.

Para conseguir esa paz hay que hacer un trabajo de limpieza y purificación en nuestro cuerpo mental y emocional.

Es el Amor el que purifica y sana. Es el Amor el que transforma las emociones negativas en compasión y las energías densas las hace livianas para que fluyan con ligereza, simplificando las cosas hasta hacerlas bellas.

Allí donde había sufrimiento, la paz interior, lo transforma en aceptación y templanza.

Es así, convertido en Amor, como puedes amarte a ti mismo de forma absoluta para poder amar a los demás de igual manera.

Y para que ese Amor no se estanque y siga creciendo, pones un poco de tu Amor en cada ser vivo para volverte UNO con toda la humanidad y con la Madre Tierra.

Siente el calor y la Luz que emana de tu corazón.

Conserva la paz y el Amor en tu corazón haciendo el bien, a ti mismo y a los demás. Conserva la paz y el Amor en tu corazón, como una nueva forma de vida llena de Luz.

No se trata de creencias sino de sentir a tu Ser.

¿Qué es normal?

Normalizar una forma de vida no garantiza sea la correcta. Y la prueba está en que habíamos normalizado la infelicidad, los miedos, la ansiedad, el alejamiento de nosotros mismos: llevar una vida mecánica.

Habíamos aceptado el estrés y la culpa como parte de nuestra carga. Habíamos aceptado vivir para trabajar.

Habíamos regularizado el tiempo de los hijos acorde a nuestras necesidades y no la de ellos. Y esa es quizás la parte más tremenda o igualmente horrenda a cómo se han ido encaminando nuestras vidas, las de la inmensa mayoría de los trabajadores, sin más posibilidades que las de sobrevivir.

Ahora, desde nuestro confinamiento y detención del tiempo y de la economía para todos, podemos ser observadores de lo que nos pareció NORMAL como vida, creyendo que no podía ser de otra manera.

Ahora, una nueva Era se presenta ante la Humanidad y muchos están descubriendo en sí mismos, virtudes como la solidaridad y la compasión.

Ahora, muchos están cambiando el orden de sus prioridades, descubriendo el valor de la familia y de que, llevar una vida más sencilla y calma, no solo es posible sino que además nos hace más felices.

Podemos vivir más acordes a nuestra naturaleza.

Hemos estado perdidos en la Mente, ahora es tiempo de ir al corazón.

Cuando el corazón está ausente

El corazón está ausente cuando hacemos las cosas mecánicamente, de forma inconsciente, sin poner los cinco sentidos y el Alma en ello.

Prácticamente es así como funcionamos en nuestro día a día. Actuamos sin prever las consecuencias de nuestras decisiones. Y después vienen las sorpresas; nuevos conflictos, arrepentimientos y sentimientos de culpa.

Demasiada prisa en nuestras vidas; estrés, ansiedad, miedos innecesarios, preocupaciones irrelevantes … ¿Qué es lo que estamos persiguiendo? ¿Detrás de qué vamos?

¡¡Prioricemos!! Primero nuestra salud física, mental y emocional, que se traduce en felicidad y paz interior.

Es preciso conectar el corazón con la actividad que estemos realizando, con lo que estemos diciendo o planeando. Además ésto nos servirá para ir desarrollando la Mente en su totalidad. Y aprenderemos a tener una mente concentrada en lo que hacemos. ¡Respiración consciente!

Prestarnos atención. Será bueno crear una nueva Conciencia haciéndonos conscientes de cómo actúa y reacciona nuestro cuerpo físico, nuestra mente, nuestro corazón … practicando cada día el ser Observadores de nosotros mismos,, escucharnos de forma imparcial; sin juzgarnos o castigarnos, sólo con la idea de ir corrigiendo y mejorando nuestros patrones de actuación y nuestro carácter.

Con el corazón espiritual, -situado el centro de nuestro pecho (chakra corazón)- abierto y limpio de toda distorsión, irá creando armonía emocional permanente.

Y desde esta base; equilibrio emocional en nuestro corazón y mente, gracias al poder clarificador de nuestra Conciencia, es como podemos vivir la vida de forma plena, honrando nuestras responsabilidades y con confianza absoluta en nuestros recursos ilimitados, cuando estamos conectados con la Conciencia Suprema.

¿Cómo experimentar la Conciencia?

¿Cómo conseguir ser Observadora imparcial de mi Mente?

¿Cómo tener el control de mi vida y sentirme dueña de mi felicidad interior?

Toda experiencia que no se completó, que no se cerró desde el perdón y la paz que proporciona el haber encontrado la enseñanza que aportaba, queda enquistada en algún centro energético (chakra) y nos sentimos bloqueados; no fluye en nosotros la energía vital y al no fluir correctamente nos debilita en todos los sentidos, sobretodo el sensorial.

Nada puede ser realmente NUEVO si uno lo vive desde viejas actitudes. No pasamos a un nuevo nivel de Conciencia si quedan cosas por solucionar. Hacernos conscientes de nuestra realidad y actuar desde la Conciencia es lo que nos proporciona madurez y sabiduría de la vida. De lo contrario nuestra vida no avanza.

Se hace necesario hacer una limpieza en nuestra Mente y Corazón para cerrar toda historia inconclusa… para darnos cuenta de que vivimos interpretando y juzgando al otro, justificándonos …

Vamos a re-la-ti-vi-zar la vida, porque no somos tan importantes ni nuestro sufrimiento es más grande ni somos dueños de la verdad …

La humildad y la compasión se hacen necesarias para comenzar a responder el «¿cómo?» más certeramente.

Las auto-imposiciones

Las auto-imposiciones en cuanto cubren el cupo de capacidad de aguante del cuerpo físico, mental y emocional, se desbordan, explosionan o en el peor de los casos se pudren dentro creando tumores …

La necesidad, por miedo a no ser querido o aceptado, de querer aparentar quien no se es por una idea engañosa de mostrarse más simpático, más bondadoso, más inteligente, más servicial…

La auto-imposición de ser BUENO que muchos niños «captan» como condición para ser querido y aceptado … y cómo «eso» es entendido creando unas auto-exigencias y obligaciones excesivas, desmesuradas …

Desmontar estas creencias se hace difícil y doloroso. Se hace imprescindible cuestionarnos, hacer una recapitulación, enfrentarnos a nuestra memoria y sanar al niño interior.

El corazón se resiente ante la decepción. Sufre cuando pone sus expectativas en algo fuera de si mismo. Pierde las esperanzas y la ilusión por la vida cuando se da cuenta de que sus ideales y creencias no estaban a la altura en que él las había colocado.

Por todo ello, debemos revisar nuestros pensamientos y creencias; pulimentarlas. Sólo contar con lo que nosotros mismos somos capaces de hacer. Darnos cuenta de que son los convencimientos ficticios, creados desde suposiciones y miedos carenciales los que nos han llevado a una vida de insatisfacción con nosotros mismos. Por lo tanto, se hace necesario una limpieza de los mismos.

Renovarse constantemente nos trae aire fresco, ideas nuevas y nuevas esperanzas. No tener miedo de preguntarnos «¿cuál es mi realidad?» y a partir de ahí reafirmarnos en quien verdaderamente somos.

Darnos permiso de ser nosotros mismos nos liberará de todo sufrimiento y responsabilidad que no nos pertenece.

Todo está en ti y en mí

Trabajemos con la energía de la Intención

Haz que tu subconsciente te escuche, que se familiarice con tu voz.

Pon tu oído interior y los demás sentidos en alerta, relajadamente.

Integra en ti, desde la quietud y el silencio, lo que percibe tu Ser.

Crea nuevos hábitos, como hacen los niños, desde la perseverancia.

Que tu Alma participe en la fiesta que se celebra en tu corazón.

Cada nuevo día amanece para ti para que cultives tu Conciencia.

Vive en paz contigo mismo porque esa es la verdadera y única real paz.

La capacidad de sanación

El poder sanador de la palabra y los pensamientos positivos.- Somos seres vibrantes en transformación continua. Es la resistencia a movernos según nuestra naturaleza, lo que crea sufrimiento. Entendiendo ésto, cesa el conflicto en nosotros y fluimos, permitiéndonos ser quien somos.

El poder sanador de la Intención y la Invocación.- Por el Poder de la intención y la invocación, conectamos con las Fuerzas Superiores del Amor Puro Incondicional. Solicitamos, según nuestras creencias, que se hagan presentes en nosotros la energía del «Yo Soy Amor», los ángeles, arcángeles, seres de Luz, los maestros espirituales ascendidos y la Madre divina.

El poder sanador de la Respiración consciente y la meditación.- Cuanta más pausada y profunda la respiración más larga es la vida. Debemos evitar que la respiración agitada que nos está indicando hay ansiedad, enfado, estrés, se prolongue sin control. Y podemos controlar estos desórdenes con la respiración consciente; inhalando lentamente con la atención puesta en las fosas nasales o en el corazón, retenemos el aire unos segundos y exhalamos con la intención de soltar los miedos, las preocupaciones … y experimentaremos cómo conseguimos relajar nuestra mente y volver a la normalidad.

Oración: «Invoco mi capacidad para amar y dejarme amar. Hago presente mi habilidad para soñar nuevos sueños que me nutran. Conecto con mi Alma para que renazca en mí la alegría. Invoco a mi Ser de Luz para que fortalezca mis alas».

Descubro mi Camino. Acepto quien soy.