Normalizar una forma de vida no garantiza sea la correcta. Y la prueba está en que habíamos normalizado la infelicidad, los miedos, la ansiedad, el alejamiento de nosotros mismos: llevar una vida mecánica.
Habíamos aceptado el estrés y la culpa como parte de nuestra carga. Habíamos aceptado vivir para trabajar.
Habíamos regularizado el tiempo de los hijos acorde a nuestras necesidades y no la de ellos. Y esa es quizás la parte más tremenda o igualmente horrenda a cómo se han ido encaminando nuestras vidas, las de la inmensa mayoría de los trabajadores, sin más posibilidades que las de sobrevivir.
Ahora, desde nuestro confinamiento y detención del tiempo y de la economía para todos, podemos ser observadores de lo que nos pareció NORMAL como vida, creyendo que no podía ser de otra manera.
Ahora, una nueva Era se presenta ante la Humanidad y muchos están descubriendo en sí mismos, virtudes como la solidaridad y la compasión.
Ahora, muchos están cambiando el orden de sus prioridades, descubriendo el valor de la familia y de que, llevar una vida más sencilla y calma, no solo es posible sino que además nos hace más felices.
Podemos vivir más acordes a nuestra naturaleza.
Hemos estado perdidos en la Mente, ahora es tiempo de ir al corazón.