Pon la intención de liberarte del resentimiento que oprime tu corazón y que no te permite vivir la vida plenamente, como desearías. El resentimiento es como una semilla de algo que no se expresó y creó frustración y desencanto en el corazón. Debido a que no se expresó, creó malos entendidos. Debido a que no se aclararon los sentimientos ni se reconciliaron las emociones, nació el resentimiento callado que crece en la oscuridad y profundidad del corazón y la mente alimenta, diariamente, para que no te olvides del daño que te hizo.
Todas las energías negativas y densas, como las de resentimiento, amargura, desconfianza, etc. nos sacan del Camino que lleva a la felicidad interior. La tarea está en regresar y hacernos dueños de nuestro Camino; el Camino del corazón.
Deshacernos de estas energías nos ayudará a profundizar y ampliar nuestra percepción de nosotros mismos y del entorno y eso hará incrementar nuestra capacidad de amar; empezando por nosotros mismos.
Busca un lugar tranquilo y siéntate cómodamente, mejor si es en la Naturaleza, donde la Madre Tierra nos arropará amorosamente. Has unas respiraciones conscientes -despacio-; cierra los ojos e inhala lentamente contando hasta tres, retienes unos segundos el aire, sueltas lentamente contando hasta 6 y después te quedas en vacío unos segundos con la atención en el centro del corazón. Así varias veces hasta que consigues centrar todas tus energías dispersas.
Expulsa todas las tensiones y preocupaciones. Tomate todo el tiempo del mundo. Permítete conectar con tu corazón. Deja que fluyan las emociones; la rabia, la tristeza, la decepción … sé solo un Observador de ese «personaje» que se siente dolido. Atiéndelo … es solo el personaje, el «yo» … tu Ser esencial es el Observador. La Conciencia es el Observador del «yo». Déjale que se desahogue, que se vacíe … pero no le dejes que se recree en el lamento. Que se haga consciente de la inutilidad de esas energías negativas.
Y ahora, que sea la Conciencia quien guíe al yo hacia el Camino del corazón.