Si estoy concentrado en el silencio y la quietud, no estoy meditando; estoy concentrado. La mente está controlando mi estado de silencio y quietud.
Si estoy atento a mi respiración en silencio y quietud, desde mi corazón, estoy más allá de la corporeidad, del tiempo y del espacio; he entrado en un estado meditativo. Estoy experimentando el estado contemplativo de mi Ser.
Primero debemos experimentar en nosotros la diferencia entre CONCENTRACIÓN y ATENCIÓN, desarrollando ambas, a través de la práctica.
Meditar es igual a respirar conscientemente. Sentarse a meditar media hora al día es bastante inútil, lo realmente beneficioso de lograr es tener una actitud atenta y meditativa durante todo el día, esto quiere decir tener la mayor parte del tiempo una actitud consciente, una acción consciente y una respiración consciente.
Haz la prueba. Sólo experimentando uno mismo es como llega la comprensión de la idea que se propone. Haz tuya la experiencia desde la práctica.
La concentración desarrolla la Mente para luego poder trascenderla.
La atención desarrolla el corazón espiritual para luego poder expandirlo.
Una vez desarrollados los dos, los uniremos de forma armónica y equilibrada y la Conciencia se volverá Luz.