Cada persona tiene su particular naturaleza que le impulsa a seguir en la vida un Camino u otro, teniendo en cuenta que no existe un Camino mejor que los demás y que, lo único válido a perseguir en la vida, es realizarse como ser humano . Nada más que eso.
El conflicto aparece en nosotros cuando hemos sigo empujados o convencidos por otros a que sigamos un Camino en particular pero que no es el nuestro y eso nos hace sentir -silenciosa e inconscientemente- frustrados, resignados e infelices-. Habrá que volver a empezar y no quedarse atascado en el lamento.
También es equivocado, el que hayamos elegido un Camino llevados por razonamientos meramente gananciales; económicos, fama, etc., sin tener en cuenta nuestra naturaleza y vocación innata. Habrá que rectificar, no pasa nada.
Igualmente vamos a vivir en conflicto con nosotros mismos cuando no encontramos nuestro Camino y probamos uno y otro hasta que nos rendimos por miedo a fracasar una vez más. La vida es un continuo desafío y no hay que rendirse.
Nuestro Camino de vida es mucho más que nuestra profesión o vocación. Nuestro Camino de vida es el que nos llevará de vuelta a nuestro Origen, el que nos llevará a reencontrarnos con nuestro ser esencial. Así que es la suma de todas las partes que conforman nuestra vida y existencia; nuestro carácter, personalidad, gustos, talentos, inteligencia emocional y sobre todo nuestro espíritu.
Andar nuestro Camino de vida es lo que dará un sentido sagrado a nuestra vida cotidiana. Nos hará ser agradecidos y valorar cada pequeña cosa.
¿Cómo saber cuál es nuestro Camino de vida? Cuando tenemos certeza en nuestro corazón de que estamos haciendo lo correcto para nosotros mismos y no daña a los demás. Cuando nos resulta fácil comprometernos con la vida y sentimos entusiasmo por el sentido que le hemos dado a nuestra existencia. O simplemente cuando sentimos paz y conformidad en nuestro interior con lo que estamos haciendo y con quien somos. Nadie nos tiene que recompensar ni necesitamos el reconocimiento tampoco.
Podríamos preguntarnos cuánto tiempo dedicamos al día a realizar cosas que nos gustan de verdad. Si estamos haciendo lo que realmente nos llena -sea lo que sea- que perdemos la noción del tiempo mientras estamos en ello; eso es que estamos en nuestro Camino. Y puede ser un Camino de servicio a los demás, un Camino de acción, de enseñanza, de contemplación, … no importa, lo importante es que nos haga sentir bien con nosotros mismos.