Comencemos por saber que no somos lo que hacemos sino lo que sentimos ser desde nuestro Ser. Y para poder percibir a nuestro Ser, debemos EXPANDIR nuestra Conciencia que hasta ahora está encasillada y maniatada entre conceptos y creencias (de otros).
La Conciencia es LUZ y por ello, cada vez que, nuestra intuición, nos hace llegar un pensamiento puro (sin pasar por el tamiz de la mente inferior), el sentimiento que tenemos es de expansión. Estas Luz ilumina un espacio nuevo en nosotros, que no nos percatábamos que ya existía.
Nuevos sentimientos creando nuevos pensamientos y viceversa. Nuevas maneras de pensar creadas desde un nivel de Conciencia superior. Los resultados de nuestras decisiones no dependen solo de nuestra claridad mental sino además de nuestra Conciencia, que es la percepción de lo que es correcto.
Nuestra Conciencia nos ayudará a estar en PRESENCIA de nuestro Ser y de la Divinidad en nosotros. Para ello tenemos que entrar en el Silencio y en el Vacío en nosotros desde la quietud mental.
Todo esto -este despertar de la Conciencia- es un proceso largo y lento, es un Camino sin atajos. Requiere de anhelo por evolucionar, por crecer, por Saber, por encontrarse con uno mismo. Es el Camino hacia la Paz interior, hacia la plenitud. Vivenciar por fin la Dicha y el Gozo de sentir la Presencia de la divinidad en uno.