Este escrito es de finales de noviembre de 2012. «Daba por hecho que ya lo había dicho todo y que nada más interesante por contar y compartir pasaría en mi vida. Pero para mi gran sorpresa no ha sido así. Doy gracias a Dios por el maravilloso regalo que ha puesto en mi camino cuando ya no esperaba nada; el maestro y guía espiritual.
Creemos manejar enteramente nuestra vida, sin embargo, el Destino introduce de improviso personajes o situaciones totalmente inesperadas que hacen cambiar tu vida. Y así sucedió conmigo.
Justamente a finales de noviembre de 2007, pensando que ya nada más destacado iba a suceder en mi vida, apareció casualmente quien es mi maestro espiritual desde entonces.
Visité en aquel tiempo a una amiga que me habló de él. Me dijo acababa de llegar a Granada un maestro hindú y que iba a dar una charla esa tarde sobre yoga y meditación. Ella no podía ir pero me animó a que yo fuese, poniendo miel en mi boca al decirme que también leía las manos y ese es un tema que a mí me fascina. Así que fui.
Estábamos muy pocas personas en una sala pequeña de yoga en el centro de Granada. Él, pequeño de estatura y muy delgado, de mediana edad. Hablaba en inglés y tenía una traductora inglesa que yo ya conocía. Su charla me pareció «normal». Pero al final de ella dijo que nos iba a transmitir energía y haríamos una meditación.
Pronunció la palabra en sanscrito “diksha” que quiere decir “iniciación”. Sentí curiosidad pues yo, no hacía mucho, había participado en dos cursos de “Diksha”, donde había pagado bastante dinero por recibir una transmisión de energía que prometía llevarnos a dimensiones superiores (y así fue).
En esta transmisión de energía de Swamiji pude reconocerle como ser de Luz y su energía me envolvió de manera muy especial. Al acabar, sin pensarlo, le pedí fuese mi maestro.
Desde esa fecha hasta hoy mismo sigo sus instrucciones en las prácticas espirituales que imparte en cursos de más de cien personas en distintas ciudades de España.
No ha sido una travesía fácil. He sido testigo de sus comienzos, de cómo tuvo que ir adaptando el lenguaje y las formas a nuestra mentalidad y también de su paciencia para con nosotros para bajar a nuestro nivel de comprensión y entendimiento en materias profundas como la espiritualidad, guiándonos continuamente y haciéndonos ver que la mayor lucha y desafío es con nuestro propio ego y mente.
Nos costó entenderle hasta que nos llevó a escucharlo desde el corazón y no desde la mente… sin cuestionarlo todo, siendo testigos de nuestras propias resistencias al cambio y aprendiendo a flexibilizar nuestros patrones y puntos de mira tan limitados.
Pronto se organizaron unos retiros espirituales de tres días donde venían entre treinta y cincuenta personas. Yo me ofrecí como cocinera. Todo un disfrute.
Más o menos a los dos años de estar con él y Sara viviendo en Barcelona, la avisé de que Swamiji daba un curso allí y le animé a que fuese a verle. Sabía le iba a gustar. Nada más verse se reconocieron… ahora, ella ya lleva dos años como su traductora y le acompaña a todos sitios; está totalmente dedicada a él. Y yo me alegro infinito porque es lo mejor que le haya podido pasar en la vida.
Todos estos años con él han sido maravillosos, haciendo un trabajo interior arduo pero que está dando frutos desde sus inicios. ¡Hay tanto por trabajarse a uno mismo!
Antes de conocerle, ya sabéis, creía que ya tenía suficiente o que ya era suficientemente buena. Si miro hacia atrás me doy cuenta y soy enteramente consciente de todo lo que he tenido que deshacer y reconstruir y de todo lo que me falta todavía por lograr.
Una vez, esperando sorprender al maestro con un secreto mío, le dije “yo soy azul”. Él me miró a los ojos y para mi sorpresa, respondió “yo también”. Mucho más tarde me enteré de que Krishna, por ejemplo, lo pintan azul…
Me siento agradecida.
Que haya armonía entre pensamiento y emoción, que haya sintonía entre las sensaciones y el cuerpo físico, que haya entendimiento entre el corazón y la mente, que haya sincronicidad entre la individualidad y el Todo, que haya un eterno Presente lleno de Amor Incondicional…