El Prana es energía que obtenemos de una alimentación sana, de un descanso reparador, de realizar ejercicios físicos de yoga que tienen esa finalidad, de hacer prácticas espirituales como la meditación y la oración, de vivir de forma consciente y relajada, de vivir desde el agradecimiento … todas esas prácticas desarrollan el Prana que es la energía más refinada, que necesitamos para elevar y poner en el centro de nuestra vida, a nuestro Ser esencial.
Las energías de baja frecuencia crean miedos e inseguridad. Bajo la influencia de estas energías negativas uno no tiene fuerza de voluntad y la mente es inconsciente. El panorama de vida es el de subsistencia.
Para salir de ese bajo nivel de existencia tenemos que despertar la Conciencia y purificar, alinear y desbloquear nuestros centros energéticos. Tenemos que generar Prana y aprender a almacenarlo y manejarlo.
Dejando a un lado el lenguaje religioso podemos entender, de forma lógica, que somos energía y que tenemos un cuerpo sutil que pertenece a nuestro espíritu; esa parte de nosotros que es inmortal.
El ser humano sufre y vive en conflicto mientras se mantiene en un Plano superficial y material de la existencia debido a las densas energías que obstaculizan su conexión con la divinidad dentro de él.
Es cuando comienza a desarrollar su Conciencia, siguiendo prácticas que nutren el espíritu, cuando es capaz de crear Luz en sí mismo y comienza a fluir en la vida.
La naturaleza del ser humano es de Amor y Compasión.