Que cambie el otro

abrazo2 Crear dependencias emocionales de cualquier tipo, siempre ocasiona disgustos y sufrimientos, porque seguramente el otro no actúa según nuestras expectativas. Entonces aparecen frases como «Por mucho que le digo, no me escucha…».  «No me quiere escuchar ni se deja aconsejar…» .  «Con lo fácil que sería si me escuchase …» .  «Que reflexione, que tiene mucho por cambiar».

Si no hay voluntad propia de transformación, son inútiles los reproches, las exigencias, las imposiciones, los chantajes emocionales, los buenos consejos, los sermones, las advertencias, los castigos como la cruel indiferencia, …

En una relación,  esperar que sea el otro el que cambie, manteniendo el convencimiento de que es «el otro» quien tiene que hacer la mutación y la renovación según nuestras necesidades, hace que termine la historia -como mínimo- en desgaste, desilusión y frustración.

Debemos aceptar y reconocer que cada persona tiene su propia naturaleza que es única.

Debemos respetar la libertad del otro; su espacio y ritmo de crecimiento personal, desde su capacidad de entendimiento y desde su voluntad de cambio.

Sólo dando lo mejor de nosotros mismos y honrando lo mejor en el otro, es como podemos avanzar positivamente en nuestras relaciones.