Hablando con el dolor

mujer gemaCreía haber dejado atrás el pasado  pero de tanto pretender ignorarlo y de tanto ocultarlo entre velos y baratijas doradas, se han ido acumulando  todas esas emociones y vivencias dolorosas envueltas en quejas … creando un pozo de rencor, tristeza y amargura.  Muchos de estos recuerdos dolorosos quedaron arrinconados.  Memorias ya mudas, que todavía se remueven por falta de respuestas.

Me doy cuenta ahora de que algunas  de estas memorias  todavía lloran y se lamentan. ¡¿Cómo es posible!? Están ahí, esperando que les preste atención,  escuche el dolor  y me reconcilie. Esperando, porque tienen un mensaje para mí y no pueden marchar hasta habérmelo dado. ¡y yo haciendo oídos sordos! ¡¿Qué me queréis decir que ya no sepa?! ¿Me queréis hacer recordar y avivar la angustia del desencanto y la soledad?

¿Queréis reabrir las heridas del desamor y las humillaciones? ¿Pretendéis mantener vivo el lamento y en mi a la víctima?

¿Pretendéis despertar los miedos que habitan en mí? ¿Hasta cuándo debo cargar con vosotras?

De acuerdo, haré repaso y os daré vía libre, perdonándome,  si es eso lo que me pedís, para que una vez liberadas salgáis aleteando como  mariposas estrenando alas.

¿Dónde estás dolor? Muéstrate.

¿Dónde están tus heridas?  ¿Qué las causó? ¿El amor propio? ¿La decepción, el engaño? La ingenuidad, seguramente.

De acuerdo, qué necesitas para sanar tus heridas. Que sea reconocida… ¡que se haga justicia! ¡Que se señale al culpable y se le castigue!

Bien, vamos a ir recibiendo a los testigos –dolor por dolor- a tratarlos e ir cerrando casos.

Al hacer justicia vemos que las “víctimas” descansan y se reponen del daño. Una vez hecha justicia ya se termina el lamento, el sentimiento de abandono, de impotencia. Pero, ¿quieres seguir siendo víctima?

¿Cuáles son tus quejas?   ¿Crees que podrías sacar una enseñanza de ello… podrías sacar de entre las cenizas de todo lo que las llamas han devorado y destruido en ti, algo positivo?

Busca entre las cenizas… qué ha quedado intacto en ti.

Ha habido un incendio devastador. Es impresionante el paisaje. Todo derruido.

Bien, tienes dos opciones: quedarte ahí resignada contemplando esta escena terrorífica, lamentándote y torturándote con preguntas sin respuesta: “¡¿Por qué a mí?!”. Sin querer aceptar los hechos y quedándote atrapada en ellos, como en un círculo vicioso que te centrifuga, constriñéndote a vagar en la queja perpetua…

Mejor, observa, qué ha quedado intacto en ti. Sácalo de entre los escombros… ¿Qué es? Tu ser esencial, tu espíritu;  intactos.

Has tenido que pasar por el fuego del dolor para purificarte… no dejes que el amor propio  -el orgullo y la vanidad del ego- te atrapen de nuevo, tu ser esencial está intacto: renace, florece. Debes confiar.

Tu actitud positiva ante las pruebas de la vida es la herramienta clave para salir airoso. Y volver a renacer.

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