Cuando ya se ha vivido la mitad de la vida el AMOR toma otra perspectiva y dimensión. Si hasta ahora el amor ha sido posesivo y de exigencias y miedos, de pronto deja de perseguirse y crear sufrimiento… y lo que se recibe es valorado y bienvenido.
El Amor en la edad madura se disfruta más DANDO. No reclama,ni acumula o contabiliza el afecto. Es tierno y sabe que se multiplica al sonreír y ser amable con los demás.
El Amor maduro es relajado, sereno. No es inquisitivo porque ya sabe lo que el Amor puede dar de sí.No hay miedo a ser abandonado, a ser traicionado. No hay inseguridad porque tiene suficiente Amor por sí mismo. El Amor maduro no discute; es compasivo.
Pero estas sociedades modernas tienen pánico a la vejez que identifican con la soledad. El remedio parece ser crear ruido alrededor. La televisión, por supuesto, es la leal amiga que llena todos los espacios y silencios, para adormecer a la mente y al corazón, afianzando un conformismo gris y mediocre. No hay mayor estupidez que pagar a plazos el propio entierro.
La Soledad es estar a solas con uno mismo. Momentos íntimos de gran valentía que se disfrutan desde la paz y sosiego de corazón, darle la bienvenida. Podemos aprender de ella, ya que ha venido a nosotros sin buscarla, trayendo consigo la quietud y el espacio para la reflexión. Enseña a aceptarnos y deshacernos de falsas imágenes. Nos enseña a observar. La Soledad enseña a disfrutar de las pequeñas cosas.
Al Amor maduro no hay que temerle, brinda sabiduría al corazón.