La auto-exigencia,como exceso, fácilmente deriva en enfermedad si no detenemos a tiempo esas auto-imposiciones desmedidas y ese ritmo feroz que nos obligamos seguir.
Además de crear insatisfacción e infelicidad, finalmente puede crear crisis de ansiedad y otros trastornos mentales como miedos, obsesiones, depresión y fobias. ¡Y hasta los niños ya comienzan a padecerlas!
De ahí la importancia de conocerse a uno mismo. La importancia de ser Observadores del personaje en nosotros que, en este caso, exige más y más, pero no encuentra el límite para sentirse satisfecho consigo mismo y disfrutar de la vida.
Son patrones quizá heredados o característica del propio carácter y naturaleza, que pasan a un primer plano de forma inconsciente y exagerada. Querer destacar, necesitar reconocimiento, sentirse valorado … puede ser un aliciente y nos ayuda a avanzar, pero cuando ya se convierte en un desafío más allá de nuestras limitaciones y una sobre-exigencia y sobre-esfuerzo, termina por repercutir desfavorablemente en nuestra salud física, mental y emocional.
El sistema educativo de competitividad no favorece en nada. El que los padres hagan comparaciones entre los hermanos o exijan a sus hijos más allá de sus capacidades, son el caldo de cultivo para tener adultos infelices.
Conócete a ti mismo. Acepta tus limitaciones y disfruta de tus talentos. Desarróllate al ritmo que tú te marques, de manera que te permita disfrutar de la vida.
Valora las pequeñas cosas de la vida. Respira hondo.