Es verdad que cada persona tiene derecho a seguir su ritmo y naturaleza para el despertar de su Conciencia. Es verdad que esto es algo que no se puede imponer.
Por encima de nuestro proceso de evolución existe un bien común. Si yo me retraso, estoy haciendo retrasar a toda la tribu. En esa gran diversidad de caracteres y niveles de conciencia que existe en una sociedad o inclusive en toda la humanidad, la compasión también está en amonestar a los más egoístas o en alentar a los más perezosos. El esfuerzo, la voluntad, la disciplina, son valores a desarrollar que nos fortalecen y unen.
Existe una débil comprensión o una falsa interpretación sobre la LIBERTAD. En occidente está sobrevalorada la individualidad. De ahí que una gran parte de los jóvenes en el mundo desarrollado huyen del compromiso y de todo lo que suponga un trabajo sin beneficio propio rápido.
Una inmensa parte dela humanidad ahora mismo está sufriendo porque SU libertad y SU bienestar y economía son manipuladas por una pequeña parte de humanos sin conciencia y otros sin escrúpulos.
Las pequeñas verdades de cada uno confluyen y se diluyen en la única Verdad y nuestras conciencias deben crecer, deben ser alentadas, despertadas, arengadas, para que salgamos del letargo incívico y muchas veces inhumano en el que nos encontramos a nivel colectivo.
Formamos un colectivo y es nuestro deber -con toda compasión y paciencia- ir enseñando a los más rezagados. Con compasión y paciencia pero también con firmeza. Igual que se educa a un niño. Hay asuntos por los que no se puede transigir aunque el niño patalee y no lo entienda. Con mucho amor se corrige … pero claro, hacen falta líderes honestos y sabios. Padres y madres íntegros.
No nos engañemos a nosotros mismos.