El Ego se manifiesta desde la personalidad, creyéndose importante de forma desmedida y engañosa.
El Ego invade las mentes débiles y domina desde ellas. Un mal entendido amor por sí mismo -ese personaje que uno cree ser- es el causante de nuestras desgracias y sufrimientos.
Cuanto más poder tenga el Ego sobre la mente más limitada y constreñida estará nuestra verdadera naturaleza.
Si el ego representa al yo inferior, con toda su negatividad, egoísmo e impulsos básicos, su opuesto es el Yo Superior, cargado de sensibilidad, creatividad, compasión, generosidad e intuición.
Por lo general, es el yo inferior quien domina y se resiste a cualquier idea de cambio, no dejando espacio ni posibilidad, desde el engaño y la ilusión, a que el Yo o Mente Superior se desarrolle.
Para que entendamos las diferencias entre uno y otro diremos que el YO INFERIOR es complicado, denso, oscuro y le hace fuerte las energías del sufrimiento, miedo, de odio, de resentimiento, etc. Mientras que el YO SUPERIOR es sencillo, claro, transparente y su energía es la del amor, la alegría, la aceptación y el contentamiento.
Para las personas que, después de toda una vida de sufrimiento y frustración, han decidido comenzar un camino espiritual y de crecimiento personal, no deben desanimarse. Estén atentos, porque el ego utilizará su arma preferida para obstaculizar el avance: LA DUDA Y EL DESÁNIMO.
El mayor enemigo está dentro de nosotros y ese es el Ego. Acabar con él es el mayor desafío que se nos puede presentar. Y la mejor arma está en ser Observadores de nosotros mismos para fortalecer nuestra Conciencia, que es Luz.
Comenzar a vivir desde la Conciencia de Ser, es un ejercicio mental que precisa de esfuerzo y disciplina al principio. Conozcamos las trampas de nuestro enemigo. Enfrentémonos y sintámonos capaces de salir victoriosos. Duele ver que no somos tan perfectos como creíamos. Duele reconocer nuestros fallos y debilidades. Aceptarnos como somos y querer mejorar es la actitud ideal.
Escuchemos la voz de nuestra Conciencia. Digamos «Yo no soy mi mente; tengo una mente a mi servicio».