Cada persona nace con una naturaleza en particular; viene a este mundo con dones (karma positivo: lo ya ganado) y dificultades por las que tiene que pasar (karma negativo: lo que le falta por aprender).
Desde el libre albedrío usaremos nuestro potencial y capacidades con una actitud de resistencia e inconsciencia o utilizando todo ello como combustible para crecer y evolucionar.
Nos ha sido concedido un vehículo para cumplir con nuestro trabajo: el cuerpo físico. Al descender a este plano material, ante tal densidad energética, nuestra Conciencia quedó relegada y resulta dificultoso remontar y recuperar al Ser que ya somos.
Establecer esa conexión con nuestro cuerpo espiritual -con nuestro Ser original- es lo mejor que podemos hacer si queremos avanzar; vivir como seres humanos y recuperar nuestra parte divina.
Honrar la vida, ser agradecido y meditar, nos ayuda a mantenernos Presentes. Sentir la Presencia del espíritu que nos une al Todo, es lo que da sentido a la vida y crea Dicha en nuestro interior.
Nada ocurre por casualidad. Nada. Todo está dentro y sujeto a un Orden y Plan Superior que nuestra limitadísima mente no puede alcanzar a comprender. Sólo cuando fusionamos nuestra conciencia a la conciencia universal somos capaces de entender que somos parte de un Todo; la Energía Creadora del Amor Puro, que llamamos Dios.