¿Quién quiere seguir viviendo en el sufrimiento y el conflicto continuo? ¿Quién quiere liberarse, de una vez por todas, de llevar una vida de sobre esfuerzo, ansiedad e infelicidad?
Para que suceda una transformación en nosotros y poder comenzar una nueva vida, para ello, tenemos que centrarnos en nosotros mismos y hacernos conscientes desde dónde partimos y hacia dónde queremos ir. Reconocer nuestras deficiencias y nuestras cualidades. Aceptar nuestra naturaleza y comenzar a funcionar y vivir desde quien somos, no desde quienes creemos o deseamos deberíamos ser.
Este renacer voluntario y a la vez al que somos empujados a realizar, porque sentimos es el momento, precisa de una guía. Para comenzar, tenemos que cambiar hábitos y formar nuevos: Necesitamos de fuerza de voluntad. Necesitamos de una mente clara y estar atentos.
Comenzamos a tomar conciencia de que nos faltan muchas cosas para poder salir de la vida sin sentido que hemos creado. Comenzamos a tomar conciencia de que no sabemos nada; y éste es el punto de partida, cuando reconocemos nuestra ignorancia y nuestro ego deja de poner resistencias.
Tenemos que educar y desarrollar la mente; ponerla en su sitio, a nuestro servicio. «Yo no soy la mente, tengo una mente».
Tenemos que desarrollar nuestro cuerpo emocional; aprender a no identificarnos con el personaje y poder crear un estado interior de paz.
Podemos desarrollar la intuición y otras facultades superiores, al conectar mente-corazón, para darle un sentido firme a nuestra vida.
Es posible. Esta Tierra -la Madre Tierra- nos ha recibido generosamente para que seamos felices; siendo agradecidos, siendo respetuosos con ella, con nosotros mismos y con los demás.
Ahora toca deshacer lo aprendido; el programa de poseer. Ahora toca construirnos una nueva vida con el objetivo de ser, desde nuestro Ser original y esencial.
Renacer es la liberación de nuestro espíritu eterno y su reconexión con la divinidad universal.