La vida misma es un largo aprendizaje… en infinito, como todo proceso. Las dificultades y complicaciones aparecen cuando perdemos la consciencia de nuestra finalidad como seres humanos y divinos, y nos acomodamos en la mediocridad.
El sufrimiento y el sentimiento de frustración vienen del conflicto interior entre la Mente-Ego que se mueve superficialmente en el Plano material y su lucha por dominar y amaniatar el Alma que busca expandir al Ser que hay dentro de nosotros.
Cuando nos mantenemos inconscientes y vivimos mecánicamente, sin sentido, fraccionados y alejados de nuestra esencia y naturaleza, es cuando comenzamos a quejarnos y lamentarnos de nuestra suerte e infelicidad. Se invierten las prioridades y en lugar de enfocarnos en SER quien somos, nos lanzamos en perseguir el TENER …
La primera etapa en este proceso, de descubrir quiénes somos, nos lleva al despertar de la Conciencia: Ser Observadores de nosotros mismos y entender cómo funciona la mente-ego para así ir deshaciéndonos de todos los condicionantes y patrones heredados que coartan nuestra naturaleza.
Aprender algo hasta tener el dominio de ello se llama maestría y requiere de práctica, disciplina, obediencia, confianza, voluntad, paciencia, … para luego conseguir, una vez hemos forjado todos estos valores en nosotros, que haga su aparición el propio maestro que hay en nuestro interior.
Mientras somos aprendices, corremos el peligro de quedarnos a mitad del Camino y creer que ya es suficiente, acomodados en el pensamiento de que ya se sabe bastante, cuando se podría hacer más y maravillarnos de todas nuestras capacidades y potencialidad.
Desarrollar la Conciencia, siguiendo una práctica espiritual, nos dará la oportunidad de trascender la mente y alcanzar la apertura del CONOCIMIENTO INTUITIVO: lo que llamamos nuestro maestro interior.
Si has perdido el contacto con tu Alma, anímate a encontrarla; ve hacia dentro.