Los deseos pertenecen al mundo material. Tener deseos no es nada malo pero seamos conscientes de que el deseo atrae también la decepción, la frustración y la infelicidad, cuando no se ven cumplidos.
Los deseos son ilusiones a las que damos forma. Abrirles la puerta, puede convertir en insaciable una mente superficial; nunca serán bastantes los deseos logrados, porque a continuación aparecerá otro nuevo. Y todo debido a un sentimiento profundo de vacío e insatisfacción que identificamos con cosas externas que nos faltan.
Después de haber sufrido todo tipo de desengaños por no haber podido llenar ese vacío en nuestro interior. Entonces, nos rendimos, y es cuando aparece el anhelo. Nuestra alma herida pide desde lo más profundo del ser, acabar con ese sentimiento de infelicidad y abandono.
Ese es el momento para experimentar otros planos de Realidad y VER en sí mismo los potenciales de vida. El anhelo surge del alma y del corazón, aspirando expandir la Conciencia y hacerse Luz. Aspirando convertirse en Amor Puro.
El anhelo pertenece a las dimensiones elevadas de nuestro Ser.