
Igual que existe una Inteligencia Cósmica que guía y mantiene un orden y armonía en el Universo, también existe una inteligencia innata en nosotros que hace que nuestro cuerpo y mente funcionen correctamente a no ser que nos resistamos a ello por nuestra soberbia e ignorancia.
La sabiduría innata es un componente biológico de los seres vivos. Existe una «misericordia divina» y si nos hacemos conscientes de ello y estamos atentos de manera responsable y relajada, podremos beneficiarnos, sintiendo de que somos guiados si nos abrimos a ello, ya sin miedos, confiando de que estamos actuando correctamente.
Es la Mente quien lo complica todo. Es en la Mente, en su dualidad, donde se crean los miedos y las dudas. La Mente la que crea preocupaciones y sufrimientos inexistentes o desorbitados. Tenemos que aprender a salir de la Mente, porque la sabiduría innata está por encima de todo esto.
Está en el saber cómo, que de forma intuitiva surge en el corazón para solucionar situaciones. El saber hacer que nace espontáneamente si nos dejamos llevar por él y nos produce seguridad y nos reafirma. A esto se refiere la sabiduría innata, que se despierta en nosotros cuando hemos despejado la Mente de todo lo que la condiciona y la vuelve rígida y estrecha.
La rigidez mental, el fanatismo, la ignorancia y la estupidez es falta de sabiduría. Para encender la llama de la sabiduría innata uno tiene que acabar con las resistencias del Ego.
Todos tenemos esta facultad. En nuestro interior está la Fuente de sabiduría; las respuestas a todo lo que precisemos saber. Podemos llamarle nuestro Maestro interior, nuestro Yo Superior,.. lo importante es desarrollar nuestra capacidad de escucha, el ser Observadores de nosotros mismos, estar atentos y alertas a sus indicaciones. Saber formular las preguntas de forma concisa y clara. Saber esperar y confiar de que todo llega en su momento. Encontrar un tiempo cada día para estar con nosotros mismos.
Cuando nos deshacemos de toda resistencia podemos conectar con la sabiduría innata y esto supone una gran liberación. Existe un espacio en nuestro interior que es como una tierra virgen con un tesoro. Entrar en este espacio ha de suponer un estímulo. La paciencia es fundamental para que en este viaje interior sigamos los pasos correctos; se trata del encuentro con nuestro Yo Superior o Sabiduría innata, que alumbra nuestra Conciencia.