La estafa emocional existe. El fraude emocional existe. Son delitos. Sólo el que no se ama a sí mismo cae en las trampas del que actúa por mala fe; para su propia conveniencia.
Pero muchos no están preparados para reconocerlo y encubren al trampeador que sabe seducir, son víctimas de su ingenuidad y de su poco amor propio.
Quisiéramos creer, soñamos, fantaseamos, preferimos NO VER la realidad, nuestra realidad. Y callamos. Nos engañamos a nosotros mismos. Edulcoramos y disfrazamos las situaciones que nuestro corazón SÍ sabe que no son correctas y que nos ocasionan dolor. Vamos muriendo en vida cuando se soporta lo insoportable.
Tenemos secretos guardados que llevaremos a la tumba con nosotros. Por vergüenza y por miedo a escandalizarnos a nosotros mismos y reconocer nuestras debilidades. Por miedo a que nos juzguen y nos rechacen.
No estamos preparados para asumir la verdad; nos duele. Nos dolemos, cuando al corazón lo mantenemos tan oprimido para que no palpite demasiado y no oír su queja, que no nos llegue su reclamo. Creemos que es cosa del corazón físico y vamos al médico por las taquicardias, la ansiedad, … pero en el fondo sabemos que lo que nos duele es el ALMA.
La estafa emocional existe. El fraude emocional existe. Son delitos. Hagámonos fuertes para no caer en la trampa de los depredadores. Buscar amor y consuelo a cualquier precio sólo lo hacen los ingenuos y mendigos que no se valoran a sí mismos, que no se aman a sí mismos.
Estamos en el tiempo de la transformación dentro de nosotros. Hagamos del dolor el combustible para desarrollarnos y fortalecernos. Seamos valientes para escuchar nuestra verdad.