No sentirse capaz de lograr algo o no sentirse con derecho a conseguirlo, por no creerse demasiado bueno o merecedor. Esta es una historia que se repite miles de veces debido a la baja autoestima.
En mi consultorio he visto unos cuantos hombres llorar como niños; desangelados, confundidos y llenos de miedos. Bellísimas personas que no saben manejarse en el plano material, en parte porque la niñez la sufrieron estrangulados por el NO.
Algunos de ellos, sobre-protegidos por unos padres temerosos de que les ocurriese algo malo. Otros, porque crecieron recibiendo el NO como respuesta desde una educación sobre exigente y una autoridad férrea.
Cuando estos niños crecen, desde esa plataforma restrictiva y castradora, al llegar a adultos se hacen dependientes de alguien que les continúe dirigiendo la vida. Pero llega un momento en que la frustración, la insatisfacción y el conflicto consigo mismo, emergen y se hace necesario liberarse de todos esos condicionamientos y patrones limitadores.
Habrá que recuperarse. Aprender a amarse. Llenarse de energía de confianza en sí mismo para reconfortar el Alma y que el corazón se llene de entusiasmo. Conocerse y perder el miedo a mostrarse tal cual uno es.
Es entonces cuando despertará la ilusión por aventurarse a experimentar la vida por uno mismo. Vivir desde la independencia y desde la libertad de ser.
Para que se haga realidad cualquier deseo o sueño tenemos que creer en él y en nosotros mismos.