Vivir integrada en la Naturaleza

animales monosViví durante un año con mis hijos en una reserva natural de animales; el Parque Natural Aitana.  Además de unos sesenta monos habían un par de camellos, elefantes,  avestruces, venados, ponys,  jirafas y algunos otros que ahora no recuerdo.

La extensión del Parque era grandiosa. Yo a veces cogía el coche para ir a ducharme a las instalaciones que se habían adecuado dentro del recinto de animales, por donde acostumbraban pacer los yaks, pues en mi casa prefabricada de madera  -en medio de una montaña- tenía muy poca agua. Todo estaba acondicionado para que viniese la gente a acampar y lo de las duchas y retretes las habíamos puesto por exigirlo la Ley pero el sitio en realidad era totalmente salvaje.

Eramos cinco familias de procedencia urbana, románticas e idealistas, con muchas ganas de vivir en la Naturaleza. No había ni sueldos ni horarios de trabajo. Todo funcionaba tal como habíamos planeado, en principio, lo único  que nos llevaba más de cabeza eran los monos. Ya bastante tarde entendimos que como no se los alimente adecuadamente y con puntualidad pueden hacer grandes destrozos y comienzan  a cambiar su comportamiento. Y eso fue lo que tuvimos que sufrir; ellos y nosotros.

No recuerdo por qué el encargado de alimentarlos se relajó en sus obligaciones y los monos empezaron a molestarnos seriamente. Yo tuve que pedir prestada una escopeta de perdigones para poderlos mantener a raya cuando se les ocurría –en plan ataque indio- subir muy cautelosamente,  agazapándose entre el follaje de los árboles, para destruirme el techo de mi casa. Eran unos momentos llenos de tensión pero me gustaba el juego que se creaba de ver quién sorprendía a quién.

Conocían perfectamente lo que era una escopeta y solo que te la pusieses en posición de disparar era suficiente para que se marchasen.  Recuerdo un día que habían subido hasta mi casa, me escondí y me acerqué lentamente al que parecía el jefe, sin hacer ruido, atenta de no ser descubierta. Él estaba de espaldas y al girar la vista y mirarnos a los ojos, él perfectamente aceptó que le había pillado y se largó.

Un día nos vinieron a avisar que todos los monos se habían marchado al pueblo más cercano, a varios kilómetros de allí. Nos dijeron estaban haciendo destrozos en el cementerio y en los patios de las casas. La gente estaba indignada y despotricando contra nosotros.

Consultando aquí y allá qué se podía hacer para traerlos de vuelta nos aconsejaron fuéramos a buscar a tal hembra del zoológico de Elche o Alicante, no me acuerdo, que sería la única que con seguridad atraería al jefe de los monos y detrás de él le seguirían los demás, Así se hizo, lo que llevó varias horas de tensión pero al traerlos de vuelta hubo tal batalla campal entre ellos por asunto de territorios y hembras que cuando finalmente se reagruparon y marcaron nuevamente sus territorios vimos con gran dolor, habían heridos graves y el terror estaba reflejado en los viejos, las madres y los más pequeños.

Eran escenas escalofriantes. Su comportamiento exactamente igual como si fuesen seres humanos; sufrían, tenían miedo, se consolaban y protegían.  Convivir y tratar con estos animales, al menos para mí, supuso una enseñanza muy valiosa.

Teníamos que aprender a vivir en la Naturaleza, integrarnos en ella desde la humildad, sentirla viva y respetar el territorio de cada especie.

Agradecida por cada amanecer y puesta de sol que nos regalaba la Naturaleza. Sintiendo como sagrada la tierra que pisábamos, la lluvia, el viento … no existía el sentimiento de soledad o hastío.  Aprendíamos a ver y a escuchar más allá de nosotros mismos.

2 comentarios en “Vivir integrada en la Naturaleza

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