Un hombre fue a visitar al maestro y le expuso su dilema; por un lado quería mejorar su calidad de vida y su carácter ya que le atraía el mundo espiritual pero por otro lado no quería renunciar a los placeres mundanales. ¿Qué debía hacer?
– No te hagas problemas -le respondió el maestro- puedes continuar haciendo todo lo que te apetezca hacer. Ven igualmente a hacer tu práctica espiritual. Lo que no te puedo garantizar es que si sigues la práctica después quieras seguir haciendo todo eso a lo que ahora estás apegado. Tus hábitos comenzarán a cambiar sin que tu mismo te des cuenta.
– Irremediablemente entrarás en un proceso de transformación. Entrarás en una nueva realidad y tendrás una más amplia percepción de ti mismo y de la vida.
– Gradualmente se irán simplificando tus gustos alimenticios, tus creencias, tu carácter, tus prioridades, tus valores … todo se ordenará por si mismo.
– ¿Entonces… -comenzó a balbucear el hombre –
– No te hagas problemas. Deja tu mente en paz. No tienes que forzar nada. Tranquilamente, ocúpate de tu cuerpo espiritual, préstale atención y de todo lo demás la Naturaleza y el Universo se encargarán de proveerte.
Muy bueno