Están los que no tienen problema de expresarse correctamente, pero éstos son pocos. Están los que se expresan a destiempo y malamente aunque luego se arrepientan pero lo vuelven a hacer. Y están los que están pero no se expresan.
Decir lo que se piensa y expresar el ánimo en el que uno se encuentra no es fácil para la inmensa mayoría de las personas. Callamos porque pensamos que el otro no nos va a entender. Callamos convencidos de que nuestras palabras van a ser tergiversadas o utilizadas en nuestra contra.
Disimulamos y preferimos no aclarar las cosas por no soliviantar al otro. Nos retraemos, nos tensionamos por miedo a expresarnos. Nos quedamos sin habla y no manifestamos lo que pasa por nuestra cabeza y menos aún confesamos lo que pasa por nuestro corazón.
Pero siempre estamos a tiempo de aprender. Es cuestión de practicar. No dejar acumular en nuestro cerebro todo lo que hubiésemos querido decir y nos lo hemos guardado y mantenemos vivo en nuestra mente… quizás para soltarlo de forma mordaz y utilizarlo como arma en otro momento . ¡Siempre a la defensiva!
Expresar lo que pensamos, lo que deseamos, lo que tememos … lo que nos parece bien y lo que nos parece mal… comunicar desde el amor y la calma.
Expresar, no cuando estamos agotados, nerviosos y hartos … Hablar y dialogar cuando estamos serenos, relajados, con deseos de compartir lo bueno …