No nos acomodemos en la aparente paz que ofrece la rendición. No, que tu Ser no se rinda.
La luz no se modifica aunque alumbre la suciedad. Así que, si la Conciencia es Luz y el ser humano es Conciencia, nada debería alterar nuestro estado de pureza …
La toxicidad y la herrumbre, de nuestros pensamientos y sentimientos (rabia, odio, celos, envidia, etc), son producto de una mente débil -atada a condicionamientos- y de un corazón vulnerable, abandonado a la deriva …
Tenemos una conciencia básica y dependiendo de su nivel de desarrollo así serán nuestros pensamientos, emociones, actitud, valores…
Es la Conciencia desarrollada la que transforma la mente, la que te ayuda a trascenderla para ir a conocer otras dimensiones de ti mismo.
Cuando el estado mental básico es sometido al Yo Superior, es capaz de percibir y enfocar su atención más allá del flujo de pensamientos y éste es el aspecto ‘luminoso’ de la mente. Entonces se abre ante uno el conocimiento intuitivo …
Practica la atención plena. Sé observador de ti mismo. No te rindas.