Vivimos la vida desde los supuestos. Damos por supuesto un montón de cosas que ni siquiera hemos expresado … ser queridos, ser comprendidos, ser felices …
Y si no se cumple, aparece la frustración, la decepción, la amargura o el resentimiento …
Todos estos sentimientos y emociones negativas -de baja frecuencia- debilitan nuestro sistema inmune, bloquean nuestros centros energéticos, nos enferman física y mentalmente.
El origen de la salud está en la Felicidad; en ese estado fluyente y dinámico, creador de energía sutil, impulsora de la creatividad y el entusiasmo por la vida.
Independientemente de las situaciones externas, la persona ‘saludable’ ve el lado positivo de todas las cosas y sabe sacarle provecho para su crecimiento personal.
La persona que vive conectada a su espíritu -a su naturaleza y esencia-, tiene la capacidad de transformar rápidamente las emociones y pensamientos de baja frecuencia, como el odio, rabia, lamentación, inseguridad, etc., y utilizarlas como combustible para aumentar su plenitud existencial.
La Felicidad va más allá del éxito material, sabiendo que todo lo externo es cambiante e ilusorio. La Felicidad es parte de nuestra naturaleza intrínseca. Es parte de nuestra capacidad humana de poder elegir lo que genera bienestar y alegría perenne en lugar de lo que genera infelicidad y enfermedad.