Cuando una persona reconoce su torpeza para integrarse en el mundo exterior, necesita ayuda para ‘enraizarse’ a la Madre Tierra. Parte de este tipo de personas está vagando en el espacio; su fantasía es superior a su capacidad de concentrarse en la realidad de lo cotidiano. Para mejorar la relación y ubicación en el plano terrenal aquí va un ejercicio que puede ayudar a mejorar su vida :
Sentado cómodamente, con la espalda recta, ojos cerrados y respiración consciente, suave y profunda, hasta conseguir que la mente entre en quietud y el cuerpo físico esté totalmente relajado.
Con cada inspiración -por el poder de la intención- sentiremos cómo entra por el chakra de la coronilla un rayo de Luz dorada que llevaremos al centro del pecho -a nuestro corazón espiritual-. Con cada respiración iremos concentrando en forma de esfera esta energía cósmica en nuestro pecho.
Cuando sintamos su resplandor y fuerza, empujaremos esta esfera dorada hasta el CHAKRA RAÍZ.
Una vez concentrada en el chakra raíz, la empujaremos fuera, y sentiremos salir de nosotros una raíz de luz que comenzará a ramificarse y extenderse. Seguiremos pujando hasta conseguir que estas raíces se agarren fuerte a la tierra; se enraícen en la Madre Tierra.
Sentiremos y experimentaremos nuestro Ser como si fuese un árbol de vida, los cinco chakras inferiores (raíz, sacro, plexo solar, corazón y garganta) como el TRONCO -a lo largo de la columna vertebral subiendo la savia-. El sexto chakra del Tercer Ojo y el séptimo de la coronilla, convertidos en precioso follaje; ramas y hojas de Luz, nutriéndose de la energía cósmica que les envía el Sol Padre.
Este ejercicio de enraizarse en la Madre Tierra, proporciona seguridad en sí mismo, confianza y confidencia en la leyes de la Naturaleza de la que somos parte.
Pidamos a la Madre Tierra que nos ayude a cumplir de manera impecable con nuestro propósito personal de vida.

Más de media humanidad vive desde la mente: desde el miedo, la inseguridad, el egoísmo …
En nuestro mundo personal hay un apartado dedicado a las mentiras, verdades a medias, fingimientos, engaños de diferente calibre, falsedades, … cuentos e invenciones.
Todos, en mayor o menor medida, tenemos un apartado de ‘QUEJAS’ dentro de nuestro carácter. Es una actitud automática para llamar la atención. Y a veces está tan arraigada que no nos damos cuenta que justamente conseguimos lo contrario: nadie está dispuesto a soportar los lamentos de otros.
Yo me he sentido -y me he vivido- sin forma. He sido sustancia en el espacio sideral, de colores cambiantes, sin tener noción de si entraba o salía, de si me deshacía o rehacía y ni tan siquiera de si yo misma tenía una realidad o era un simple testigo casual de los entresijos del Universo… difícil de explicar por ser tan fuera de toda lógica lo experimentado.
La Madre Tierra sufre en sus entrañas tanto o más que los humanos en su superficie.
Mi naturaleza es visible y libre de adornos. Mi ser ya conoce su camino. Por fin se produce la armonía con el personaje que me viste y no reprime su forma de manifestarse.
Las formas y todo lo material nos atrae, aun sabiendo que pertenecen al mundo de lo Ilusorio. Ponemos toda nuestra atención en las necesidades que vamos creando al mismo tiempo que decimos querer mejorar nuestra existencia. Intuimos que ‘algo’ no nos deja avanzar; nos sentimos velados a saber la razón y eso nos hace sentir confundidos o incapaces de intentarlo …
El despertar de la Conciencia abre las puertas a la ‘Presencia‘. Da igual cómo la llames o la identifiques, SIENTES SU PRESENCIA en tu interior con total certeza y ¡sabes¡ que es Ella -la divinidad en ti-.
‘Creemos’ que somos la Mente porque ella ya nos domina y gobierna de forma totalitaria.