De la misma manera que nos hemos creado un dios personal y existe un Dios Universal, tenemos un alma personal y otra parte en ella que pertenece al Alma Universal. El dios personal, lo tratamos desde la mente y las emociones, es el que hemos hecho a nuestra medida y necesidades; nos enfadamos con él, le exigimos, le lloramos y suplicamos. El Dios Universal abarca toda la creación y en Él nos diluimos y desaparecemos como ente individual. El Dios Universal es la Energía Creadora del Amor Puro incondicional.
El alma personal gobierna nuestra conciencia terrenal y nuestros actos, la personalidad y el carácter influyen en ella y modifica el karma para bien o para mal. Esta parte del alma puede ser dañada por el sufrimiento y un Ego indomable.
La parte de Alma Universal en nosotros se mantiene imperturbable. Es la parte que permanece pura y conectada con el Espíritu Universal. Cuando reconocemos y decimos Yo Soy un ser de Amor infinito, está manifestándose esa parte de nuestro ser; nuestra esencia. Conectar con ella es el despertar de la Conciencia Universal en nosotros.
No debemos castigarnos a nosotros mismos; culparnos por nuestros errores y quedarnos atrapados en el pasado o en una actitud de víctima.
Tengamos presente que podemos recurrir a esa parte pura de nuestra alma para que nos ayude a reconstruirnos y reconducir el curso de nuestro destino.
Podemos hacer que nuestra alma personal se convierta en el Observador que elige, decide y crea su propósito de vida. Y si esto lo hace en concordancia con el Alma Universal, será guiado hacia planos superiores donde lo que reina es el puro amor.