Y si no mentimos, qué pasará?

Sabemos, pero a veces no queremos ver  lo correcto. No  interesa a una parte de nosotros y nos mentimos y mentimos a los demás.

Para algunos,  su vida está hecha de tantas mentiras que ya no saben distinguirlas de las verdades. Se quejan de agotamiento físico y mental, lo achacan a esto y aquello y prueban un montón de remedios, pero nada sirve. Porque la raíz de su agotamiento, en estos casos, es la energía que se gasta en  ocultar hechos o formas que tememos se sepan de nosotros.

Mentir  puede ser por diferentes causas: La persona  con mala fe, que es quien daña al otro mintiéndole para aprovecharse de él y no siente culpa por ello. Es el niño que culpa a otro mintiendo  abiertamente y sin remordimiento de sus fechorías.

Mentir por hábito y de forma compulsiva. Empezó de niño tal vez a mentir por pequeñas cosas o a exagerar,  y al ver que no pasaba nada, siguió mintiendo. Puede ser por miedo a ser castigado, a no ser querido, para ser admirado. Pero si no se corrige este mal hábito, siempre queda dentro esa insatisfacción consigo mismo.

Mentir por guardar una imagen. Camuflarse en la fantasía.  O por el qué dirán. En algunos casos, más que mentir es callar. Callar y no salir en defensa de la verdad. Los secretos familiares que ya se inculca al niño a no hablar fuera de casa. Esos secretos de familia que los niños heredan y no entienden pero les resulta terroríficos. Crean desconfianza hacia el entorno. Nadie debe enterarse de las vergüenzas de la familia.

Y si no mentimos, qué pasará?… Haced la prueba. Estad una semana sin decir ni una pequeña mentira.

El corazón os lo agradecerá.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s