
Para restaurar la memoria de nuestra condición espiritual pasamos casi inevitablemente por una crisis de transformación: desde la Conciencia del Ego a la Conciencia del Alma.
Hacemos un recorrido desde la Nada hacia la Nada … no moviéndonos exactamente en círculo sino en espiral. Tener esto presente nos hace humildes, al entender y aceptar nuestra condición de Almas supeditadas a un Plan y Orden superior.
El Camino no es de lucha sino de aceptación, y eso refuerza la humildad que deberíamos ir adquiriendo a la vez que de la sabiduría de vida.
La humildad nos abre las puertas de la Compasión. Y llegar al estado de Compasión es alcanzar la cúspide del AMOR, que es puro e incondicional.
No lo confundamos con la vanidad, que siente el que se muestra caritativo y amoroso con los demás sólo para complacer a su Ego.
La crisis de la transformación nos afecta en lo psíquico y repercute en el cuerpo físico. Energías más sutiles que entran en nosotros para reactivar nuestros centros energéticos, nuestro ADN, para despertar nuestra glándula pineal … y así nuestra Conciencia podrá desdoblarse y expandirse para que suceda, gradualmente, la transformación de la auto-realización, como seres divinos que somos.