La historia de Jadiya.

Ayer domingo conocí una mujer excepcional en el pueblo. Había poca gente en la plaza. Habían colocado cortos escritos sobre la historia de La Alpujarra en varias columnas. Tanto esta mujer como yo estábamos leyéndolos. Me fijé en ella; de unos cincuenta años, llevaba ese clásico carrito donde ponen todas sus pertenencias y los delatan como «indigentes», aunque ella de ninguna manera lo aparentase.

Comenzó a hablarme muy amablemente y ya de entrada me pareció una mujer original y sentí curiosidad. Llevaba un sombrero rosa que le quedaba muy bien y una gran cruz en el pecho. A pesar de que el tiempo era fresco, ella llevaba un vestido sin mangas de color amarillo.

Me contó que vivía en Beneficio* los inviernos y cuando comenzaba el buen tiempo vivía en las calles de Granada. Ante mi sorpresa, me contó que hacía quince años que había hecho un voto de pobreza.

Por su porte elegante, a pesar de que seguramente no tenía un espejo donde arreglarse, intuí que venía de una familia y educación esmerada.

Estaba fascinada escuchando a esta mujer de personalidad tan fuerte, muy culta y muy espiritual. Le pregunté qué le había reportado hacer esos votos. Con mucha vehemencia y pasión me dijo que anteriormente había sido atea y que había ganado mucho dinero como modista y que en Dios había encontrado la respuesta del significado de la vida.

Me fue desgranando su historia mientras nos mirábamos a los ojos. Yo le sonreía pues me inspiraba dulzura. Ella también me correspondía de igual manera. Fluía entre nosotras una simpatía y entendimiento perfecto. Su relato muy desgarrador.

Me dijo que pertenecía a un clanb poderoso de Marruecos del que se había desvinculado hacía ya mucho.

-¿Me permites que comparta contigo el dinero que llevo encima? -le pregunté con tiento pues no quería ofenderla.

Nos dimos varios abrazos. Sus ojos azul celeste me traspasaban.

-¡Mañana cojo el autobús para Granada! -me gritó, ya a lo lejos, con una gran sonrisa.

No creo que la vuelva a ver. No recuerdo haber tenido un encuentro tan impactante como el que me ha producido esta mujer. Recordándome ese dicho de «lo poco que tengo lo necesito poco«, que ella ejemplificaba con tanta dignidad.

  • Beneficio. Es un pequeño territorio cedido para que cualquier persona se asiente allí, bien con carpas, yurtas o chabolas y donde conviven personas de todas las nacionalidades, de forma pacífica y una filosofía podríamos resumir de «hippie».

El sufrimiento.

El sufrimiento no debe confundirse con el dolor físico o el dolor del Alma.

El sufrimiento viene de la mente y lo producen los pensamientos y emociones negativas.

Puede llegar a convertirse en trauma si lo magnificamos y lo alimentamos.

Qué nos causa sufrimiento:

Identificarse demasiado con el papel de víctima.

Cavilar constantemente sobre las injusticias del pasado.

Quedar bloqueado en viejas emociones: rabia, miedos, resentimiento, desconfianza, desesperanza, …

Sentirse inseguros y con baja autoestima.

Verse incapaces de dejar atrás el pasado y poder disfrutar del presente.

¿Cómo convertir la carga de sufrimiento en algo útil?

Enfrentándonos y dándole una solución, cuanto antes mejor. El reto está en aprender que toda experiencia nos brinda una enseñanza para crecer. Nada es casualidad, debemos aceptar lo que la vida nos presenta, sin resistencias y sin expectativas.

Nada está garantizado, ahora todo depende de nuestra actitud. Enfrentarnos a cada situación que nos presenta la vida como si se tratase de un desafío, podremos decidir resolver de forma positiva y valiente cualquier problema o conflicto.

Hacer un alto en el camino para sanar las heridas del Alma debido a experiencias dañinas que tuvieron lugar en el pasado, se hace necesario para que desaparezca el sufrimiento.

Esto implica aceptar lo vivido y dejarlo atrás, a través del perdón; perdonar y perdonarnos.

El viaje hacia la sanación emocional comporta ser capaz de adoptar una actitud y visión imparcial de lo que nos hace sufrir para poder dejar de sentirnos víctima. Aceptar lo ocurrido sin buscarle más explicaciones. Debemos ser capaces de enfrentarnos al conocimiento de todo lo que supuso aquellas experiencias negativas para poder cerrar esa etapa y mirar limpiamente nuestro presente.

Con la intención de salir del camino del sufrimiento voluntariamente, sentiremos reforzarse y expandirse nuestra Conciencia. Sentiremos cada vez con más fuerza el estado de Dicha y conexión con nuestro Yo superior.

Identificarse por las formas.

El mundo de las formas está compuesto de costumbres establecidas, maneras de vestir con el que nos identificamos, hábitos heredados y la obediencia ciega a quien consideramos superior. Aferrarse a las formas aparentemente nos da seguridad y nos ayuda a reafirmar nuestras creencias y a fortalecer nuestra identidad. Lo llevamos a cabo de manera automática e inconsciente o desde la disciplina consciente que lo que hace es fortalecer la voluntad.

Actuar de forma inconsciente y rígida, corremos el peligro de encasillarnos y reforzar opiniones sin procesar que pueden llevarnos al fanatismo, no permitiéndonos avanzar o desarrollar nuevas ideas.

Un ejemplo de ello son algunas personas que se dicen espirituales, religiosas, creyentes, patriotas, etc., que se identifican con una forma de vestir determinada y utilizan también una forma de lenguaje determinado y gestos para reafirmar su autenticidad.

De alguna manera todos seguimos unas formas, hábitos y tradiciones también y todas esas formas son características que nos conforman pero no seamos autómatas, seamos consecuentes y coherentes … no nos quedemos ahí, porque es la esencia quien define nuestro Ser.

Practicar la flexibilidad mental nos ayudará a ampliar nuestra visión de la vida y a expandir nuestra Conciencia. El cuestionarnos a nosotros mismos nos hará más humildes y nos prevendrá contra la trampa del auto-engaño que existe en el mundo de las formas.

Ser uno mismo.

Para conocernos a nosotros mismos debe despertar la Conciencia. Debe estar presente la intención del Observador en nosotros.

Uno mismo es quien es desde el Ser que lo habita. Pero este Ser -nuestra Alma y Espíritu- está bajo tantas capas de condicionamientos, restricciones sociales, limitaciones educativas, religiosas, etc., que en la mayoría de los casos no se le llega a conocer en vida.

Quien somos en esencia, se distingue principalmente por los valores más elevados; la impecabilidad. Impecable es lo que no tiene defecto alguno.

Te vuelves impecable cuando conoces y crees en el poder de tu Ser. Y cuando sientes esa fuerza interior y la reconoces como tal, es cuando te vuelves impecable. No tiene nada que ver con la Mente; no se razona, se es. Muchos hablan de «empoderamiento» pero lo hacen desde el Ego y eso es desastroso.

La impecabilidad trata de salvaguardar tu dignidad humana, quien eres, tu ser esencial; sin doblegarla, ni venderla, ni cederla, por nada.

Ella no tiene nada que ver con tu orgullo personal que viene del ego/mente. No se trata de servir intereses o perseguir éxitos materiales. Hablamos de valores que están muy por encima del ser humano común y corriente, estos valores perteneces al Alma y al Espíritu; a la Conciencia Superior.

Reflexionemos sobre ello. Movámonos hacia nuestro interior.

Nuestros distintos cuerpos.

Llevar una vida emocional desequilibrada trae mucho sufrimiento. No solo conflictos con nosotros mismos y los demás sino también problemas de salud, física y mental, al no saber poner orden en nuestra vida. Y esto tiene que ver, además de con nuestro cuerpo físico, con nuestro cuerpo etérico, nuestro cuerpo emocional, nuestro cuerpo mental, nuestro cuerpo espiritual y nuestro cuerpo astral.

El cuerpo físico soporta y sufre las consecuencias de una mala intercomunicación y sintonía entre los diferentes cuerpos que además posee. De fuera hacia adentro está el cuerpo mental, que afecta y relaciona las emociones y pensamientos de nuestra mente con nuestro corazón, le sigue el cuerpo astral (que es una capa mucho más sutil que registra y proyecta nuestro mundo emocional), más hacia adentro está el cuerpo etérico (que es nuestro campo de energía vital), y por último el cuerpo espiritual (que abarca nuestra Alma y Espíritu).

Si estos cuerpos nuestros que, como una cebolla, nos envuelven formando capas, no están en armonía y sintonizados entre sí, nos vamos a sentir como mínimo intranquilos, nerviosos, a disgusto con nosotros mismos, sin saber porqué.

El cuerpo etérico está formado por una red de 70mil finísimos canales de energía (nadis) que constituyen el molde sobre el cual se construye la forma física densa. En él está la energía pránica que vitaliza y mantiene con vida el cuerpo físico. Su función esencial es hacer que llegue la energía vital de forma continua y armónica por todos nuestros cuerpos.

La falta de energía, en forma de cansancio y agotamiento, necesita de atención y cuidado. Una alimentación inadecuada, no descansar lo suficiente, tener problemas emocionales sin solucionar que están bloqueando la energía en uno o más chakras, el sedentarismo, y más causas, pueden mermar poco a poco nuestra salud física, mental y emocional. La respiración consciente es clave para reponer y equilibrar la energía vital.

Partiendo de la experiencia de las medicinas energéticas, de que todo es energía en distintas manifestaciones y considerando al ser humano como una unidad de Conciencia, es que tenemos el reconocimiento de la existencia de un cuerpo vital energético que debemos cuidar. Gracias a nuestro cuerpo energético somos sensibles a la luz, al color, al sonido, a los campos electromagnéticos, y a las imágenes mentales.

Por último decir que, desde el campo unificado de la conciencia, la enfermedad es una y su raíz está en el debilitamiento o exceso de energía en algún centro energético ocasionado por algún trauma o shock emocional que ha bloqueado el flujo de energía, por lo tanto la enfermedad es reversible si es tratada antes de que dañe los órganos.

La energía vital y Dios.

Vivimos y nos comportamos desde creencias tergiversadas, mezcladas con supersticiones, que nos han hecho negar la existencia de olvidadas facultades en nosotros o simplemente negamos cualidades que han quedado arrinconadas en lo más profundo de nuestro inconsciente por miedo a lo desconocido.

Así que hemos crecido, generación tras generación, apegados a creencias oscuras limitadoras, que nos impiden ver, conocer y vivir desde la libertad de nuestra naturaleza y esencia divina, ya sin poder hacer uso impecable de la energía y de la Conciencia superior .

REIKI y otros sistemas pránicos, tratan sobre la energía y cómo acrecentarla, dirigirla y canalizarla, pero el ser humano común ha perdido la capacidad para entenderla y hacerla una aliada.

REIKI te lleva a un estado de Conciencia superior donde puedes experimentar la fuerza escondida de sabiduría -por desplegar- en nuestro interior. A partir de ese descubrimiento, intuitivamente, puedes percibir de forma directa todo el conocimiento que gradualmente te llevará a conectar con la Fuente.

REIKI te dirige a una percepción acrecentada de ti, del mundo y del Universo para alcanzar un mayor entendimiento de la Realidad y de la Unidad entre todos los seres vivos.

Entonces es cuando comienza a abrirse el conocimiento real de uno mismo y a prepararse para el viaje de retorno a los orígenes. Y ese entendimiento y expansión de Conciencia está guiado por el Espíritu en ti y la Inteligencia Suprema que llamamos Dios.

El amor propio.

Cómo se puede entender que un niño de cinco años grite «preferiría estar muerto» porque no se siente entendido ni querido. O una niña de siete años que dice «tendría que haber nacido en otra familia» al no sentirse valorada. ¿Qué estamos haciendo mal los adultos que hoy en día un gran número de niños sufren de depresión, inseguridad y ansiedad?

Vamos a reflexionar sobre ello y a entender la importancia que tiene el educar en el amor propio y enseñar a conocerse a uno mismo para llegar a ser adultos fuertes emocionalmente, independientes y libres.

El niño que crece en un ambiente donde se le valora y ama, de adulto será una persona adaptable, flexible, receptiva, sociable y segura de sí misma.

El amor propio es mucho más que tener autoestima, se trata del sano amor hacia uno mismo. Necesario para nuestra dignidad y respeto hacia nosotros mismos.

Es muy diferente a la importancia personal que sí está relacionada con un exceso de ego y puede llevar a la soberbia, orgullo desmedido y al egoísmo.

Cuando queremos aumentar nuestra autoestima, lo que tenemos que hacer es alimentar nuestro amor propio. Fomentar ya desde temprana edad el autoconocimiento, desde la disciplina y entendimiento del cuerpo, la mente y las emociones.

Desde ese autoconocimiento es que podremos hacer frente a la vida para no perder la confianza en nosotros mismos. Aprenderemos a protegernos de los depredadores, de los manipuladores y de las personas tóxicas, sin sentirnos culpables.

En lugar de esperar que los demás nos quieran, nos hagan felices y satisfagan nuestras necesidades afectivas, trabajemos en nosotros el desapego para descubrir el amor como fuente, dentro de nosotros.

El conocimiento de uno mismo imprime poder a nuestros actos y autoridad natural en nuestra voz.

Quererse a uno mismo

Para entender y poder poner en práctica lo que significa quererse a uno mismo es mejor fijarse en el contrario: castigarse a uno mismo o la falta de amor hacia sí mismo.

Cuando uno no se quiere, no se valora ni se cree merecedor de ser querido, vive en la infelicidad.

Normalmente estas personas son las víctimas fáciles de maltrato y violencia. Su autoestima es tan baja que los demás, algunos de forma inconsciente por cobardía, se prestan a humillarlos, a burlarse de ellos, a someterlos.

Muchas de estas personas con baja autoestima están cargadas de sentimiento de culpa.

El sentimiento de culpa es como una gran roca encima tuyo que te aplasta y no hay razonamiento que sirva para sacársela de encima. El sentimiento de culpa es un veneno que te han ido inoculando poco a poco los que te repiten una y otra vez «no sirves para nada», «eres un inútil», «por tu culpa soy infeliz, por tu culpa que eres tan torpe» «por tu culpa …».

Es el sentimiento de culpa el principal sentimiento aniquilador y de estancamiento para que una persona se deje de querer por no sentirse merecedora.

Protegerse de la opinión de los demás, tener localizados a los «depredadores» para no caer en sus trampas y mantenerlos lejos, estar atentos y en guardia contra los manipuladores que intentan sabotear nuestra paz interior, es el primer paso. Sabiendo que este tipo de personas siembran un campo de minas con sus comentarios, ahora aprendemos a no ser ingenuas, fortaleciendo nuestra identidad.

Así es como comenzamos a querernos a nosotros mismos. Aceptándonos tal como somos y sabiendo que es posible salir de situaciones que no nos hacen felices. Entendiendo que podemos sanar las heridas de nuestro corazón y pasar página.

Querernos a nosotros mismos significa prestarnos atención, ser amables con nosotros mismos, dedicarnos tiempo y escucha, arreglarnos para sentirnos a gusto con nosotros mismos, escuchar música y bailar, sonreír para nuestro adentro, no sentirnos obligados a complacer a nadie, no sentirnos responsables de las responsabilidades de los demás. Todo eso y más, aunque comiencen a llamarnos egoístas.

La Conciencia.

«un ser humano es lo que piensa en su corazón«.

Al espíritu sólo se le puede experimentar. Y ese sentir que experimentamos, a nivel de la Conciencia, nos da conocimiento sin necesidad de traducirlo en palabras.

Cualquier tipo de conflicto que uno viva tiene que ver con la incoherencia entre quien uno es en esencia con la imagen que uno quiere dar de sí mismo y que no tiene realidad. Esa fricción interior crea desgaste y finalmente hasta duele el Alma.

Cuando una persona pone todo el rato resistencia y no da oportunidad al Alma a evolucionar, teniéndola comprimida, aparecen tarde o temprano en el cuerpo físico las tensiones, la ansiedad, la depresión … De forma inconsciente, por pura ignorancia, la persona se boicotea a sí misma,

La falsa identificación bloquea la naturaleza de la persona y no le permite manifestarse. La auto-realización equivale a la eliminación de la ignorancia.

Una Conciencia densa tiene una mente rígida. O mejor dicho; una mente rígida no deja desarrollarse a la Conciencia. Está repitiendo lo mismo una y otra vez, esperando un resultado diferente. No tienen la claridad mental para tomar decisiones correctas. Duda y se siente inseguro.

Una Conciencia despierta tiene la habilidad de resolver los problemas de forma ágil. Confía en su toma de decisiones. Y siente su progreso y el desarrollo de su capacidad mental con mayor firmeza.

«Para que la vida tenga sentido, la existencia debe tener profundidad«. Para ello tenemos que despertar nuestra Conciencia, siendo Observadores y adentrándonos en nosotros mismos.

El Alma ante la tristeza.

A veces da la impresión de que en nuestra vida se descorre un velo y de pronto vemos las cosas de distinta manera y ese tener que VER la realidad y tener que mantenerse uno inalterable se hace casi imposible. Normalmente se sigue una conducta y una actitud de forma mecánica y eso parece facilitar la vida, sin grandes alteraciones, sin tener que pensar demasiado.

Pero existen otros momentos, -y esto ocurre en los más sensibles por la influencia de la Luna-, en que nuestro ánimo y humor cambia sin razón alguna y se hace cuesta arriba tener paciencia, ser tolerante, callar, guardar una imagen. Entonces resulta necesario el cuestionarnos, el observarnos, el comprendernos y aceptarnos.

Hay momentos en que el corazón, sin razón aparente, se siente afligido por una tristeza que le llega de improviso. Es una energía que va de fuera hacia adentro y oprime el pecho. Son momentos en los que uno siente solo está sobreviviendo. Puede ser que nuestra Alma esté pidiendo la escuchemos y nos empuja a hacer cambios.

Ese peso como llega se va, pero mientras está, oscurece la brillantez que normalmente aclara la mente y el corazón. Aprovechemos para ir hacia adentro y armonicémonos, siendo coherentes con nosotros mismos.

Cuando tengo el ánimo caído, el sentido de la vida se desdibuja y aparece el cansancio y la desazón.

Normalmente es bien distinto, me alegra saber que no tengo apegos y eso me hace sentir libre. Pero cuando me invade la tristeza, que asoma de vez en cuando, sin aparentemente razón alguna, la perspectiva de la razón de mi vida, se estrecha y oscurece.

Ahora sé que caer en esa melancolía, sucede cuando me desconecto de mi ser esencial y la vida se me hace cuesta arriba. En esos momentos me dejo arrastrar por los pensamientos más absurdos y aparece el tormento mental y la negatividad.

Ahora sé, que todo volverá por si solo a su sitio; el gozo de lo sencillo, la confianza en mi misma y mi conexión con la divinidad dentro de mi.

El Alma nos ayuda a centrarnos en nuestro corazón. La realidad es una y no admite separaciones, así que mantengamos interconectados mente/corazón.