El amor propio.

Cómo se puede entender que un niño de cinco años grite «preferiría estar muerto» porque no se siente entendido ni querido. O una niña de siete años que dice «tendría que haber nacido en otra familia» al no sentirse valorada. ¿Qué estamos haciendo mal los adultos que hoy en día un gran número de niños sufren de depresión, inseguridad y ansiedad?

Vamos a reflexionar sobre ello y a entender la importancia que tiene el educar en el amor propio y enseñar a conocerse a uno mismo para llegar a ser adultos fuertes emocionalmente, independientes y libres.

El niño que crece en un ambiente donde se le valora y ama, de adulto será una persona adaptable, flexible, receptiva, sociable y segura de sí misma.

El amor propio es mucho más que tener autoestima, se trata del sano amor hacia uno mismo. Necesario para nuestra dignidad y respeto hacia nosotros mismos.

Es muy diferente a la importancia personal que sí está relacionada con un exceso de ego y puede llevar a la soberbia, orgullo desmedido y al egoísmo.

Cuando queremos aumentar nuestra autoestima, lo que tenemos que hacer es alimentar nuestro amor propio. Fomentar ya desde temprana edad el autoconocimiento, desde la disciplina y entendimiento del cuerpo, la mente y las emociones.

Desde ese autoconocimiento es que podremos hacer frente a la vida para no perder la confianza en nosotros mismos. Aprenderemos a protegernos de los depredadores, de los manipuladores y de las personas tóxicas, sin sentirnos culpables.

En lugar de esperar que los demás nos quieran, nos hagan felices y satisfagan nuestras necesidades afectivas, trabajemos en nosotros el desapego para descubrir el amor como fuente, dentro de nosotros.

El conocimiento de uno mismo imprime poder a nuestros actos y autoridad natural en nuestra voz.