Si la Tercera Dimensión es la dimensión del Tiempo, Espacio y Materia que distinguimos con los cinco sentidos externos, la Cuarta Dimensión es la dimensión espiritual que percibimos con nuestros sentidos internos, sobretodo con el Tercer Ojo que al desarrollarlo clarifica la Intuición y la clarividencia.
Al ser una dimensión mayor que el plano tridimensional en el que vivimos, podríamos decir que el Plano Espiritual contiene las tres dimensiones de la realidad física.
LA INTUICIÓN, cuando llega clara y sin interferencia de la Mente, es el conocimiento directo de la Verdad y la Realidad. La PERCEPCIÓN INTUITIVA es penetrante y prodigiosa al percibir la conciencia propia y también la de los demás.
Es en la Cuarta Dimensión en donde se encuentra la poderosa y sagrada energía cósmica que llaman Espíritu Santo, «vehículo del perfecto reflejo universal de Dios o Conciencia Crística» , según palabras de Paramahansa Yogananda recogidas en su libro «La segunda venida de Cristo».
A través de la facultad intuitiva del Alma, se puede conocer la naturaleza de una persona, sin que la apariencia, su imagen o su conducta externa interfieran al percibirlo internamente.
Esta capacidad intuitiva espiritual se va desarrollando a medida que se nutre la Conciencia del Alma. Y en este proceso es que se avanza y se adentra uno en la CUARTA DIMENSIÓN ligada totalmente a nuestro cuerpo espiritual.
Permitamos que el Aliento de lo Sagrado se conecte a la Humanidad dentro de la Madre Tierra, a través del Portal abierto de nuestros corazones.

Desde la sociedad a la que pertenecemos nos gritan «¡esfuérzate más!» … y el propio Ego exigente nos recuerda continuamente «ve más rápido, no te pares. Se ésto, se aquello» …
Sucede. La pereza es algo común. Nos recostamos en la zona de confort que más apetece a la mente-no-pensante; sofá, televisor, comer, beber … los cinco sentidos embotados.
La vida sólo reconoce el momento presente. Respiramos conscientemente y centramos todas nuestras energías en ESTE MOMENTO y lo reconocemos como único. Lo reconocemos como único y lo valoramos. Lo reconocemos, lo valoramos y lo aceptamos.
La esencia divina está en cada uno de nosotros. El Alma es como la placenta etérea que envuelve al Espíritu, que es nuestra esencia divina eterna. Así que, la conexión entre nuestro físico y nuestro espíritu, es el Alma.

La respiración consciente abre la puerta a tu Esencia.
Todo lo que tus ojos ven pertenecen al mundo de la Ilusión.