En el plano terrenal, ningún ser humano es perfecto. Se frustra quien busca la perfección o se vanagloria quien ya se cree perfecto. Cualquiera de estas dos posiciones son ilusorias. El propósito del hombre en la Tierra es el de ser *completo*. no perfecto.
La perfección está en lo ya acabado por lo tanto no existe, en cuanto que el ser humano y el mismo Universo está en movimiento continuo de crecimiento y expansión. Sin embargo, cuando algo ES completo -nosotros mismos como semilla- entonces puede desarrollarse desde su ‘completitud’‘… siempre y cuando descubra en sí mismo los códigos de su origen y no se resista a ser quien ya es.
Para entrar en este proceso, el ser humano debe desarrollar tres valores que le conectarán con la nobleza de su Alma:
1) El discernimiento, para entender que existimos dentro de un campo que contiene todas las posibilidades, donde elegimos y decidimos lo que puede ser o no ser más allá de la esfera física y material.
2) La actitud correcta, utilizando la meditación o introspección trascendental., que nos acerca a nuestro ser esencial y determina nuestra forma de ver el mundo.
3) Coherencia, entre lo que yo pienso, lo que yo hago y quiero hacer y lo que amo y soy.
Los hábitos mentales crean una corteza dura que impiden llegar a la visión y entendimiento real del Ser en su originalidad y dimensionalidad. La transformación alquímica del ser humano lo determina su no resistencia a ser quien es, sobresaliendo a su condición terrenal.