Se dice que en el mundo moderno se coloca el carro delante del caballo, queriendo decir que se pone la creencia antes que la experiencia. Tenemos una «idea» sobre el Amor pero ¿ realmente nos entregamos a experimentarlo? … o más bien pensamos si nos conviene … anteponemos la mente al corazón.
El amor real es dar, recibir y compartir. El amor infantil es exigente, es un amor posesivo, de alianzas por intereses.
El Amor Incondicional late desde la sincronicidad. Y la sincronicidad está justo en el centro entre el impulso y la intuición. En la sincronicidad no entra la Mente, es una cuestión de fluidez para entregarse e integrarse en el Todo.
Para entrar en la sincronicidad con la Naturaleza, con el Ser, con el Universo, con la Belleza, con el otro … tenemos que desconectar a la mente, lo racional, para poder entrar en el ritmo y la pulsación de la Vida.
Si el ser humano es un ser multidimensional, significa que partes de nosotros están viviendo en esta dimensión que conocemos y partes de nosotros están existiendo en otras dimensiones y realidades, pero todo está sucediendo al mismo tiempo, en este instante. Para poder experimentar esto tenemos que trascender la Mente.
Si existen partes de nosotros que están viviendo en dimensiones superiores, podemos deducir que estas partes están vibrando en frecuencias superiores y también tienen niveles de conciencia más elevados.
Este Yo Superior, del que tantas veces hablamos, somos nosotros mismos experimentando otras realidades, pudiéndose mover en nuestro «futuro» y traernos información sobre él; lo que llamamos INTUICIÓN.
Esta afinación de la Mente nos ayuda a sintonizar con el Ser esencial y original en nosotros, que es puro amor.