Podríamos decir que la decepción es debido a un cansancio emocional. El agotamiento mental de esperar un resultado -a tu esfuerzo y deseo- que no llega cuando tu quieres o como deseabas…
Son las expectativas -quizás demasiado altas o fantaseosas- sobre tí mismo y los demás.
Y como si andásemos dando vueltas siempre en el mismo círculo, que nunca terminamos de recorrer enteramente. Un sentimiento de que no llegamos al final para cerrarlo y comenzar una nueva etapa. Siempre lo mismo; repitiendo errores y decepciones calladas… silenciadas…
Nos sentimos engañados; esperábamos algo mejor de la vida y de los demás. Sin tomar conciencia -mientras gastamos nuestra energía quejándonos y lamentándonos- de que la vida es moldeable y elástica hasta cierto punto y el otro tanto por ciento corresponde a nuestra actitud de saber amoldarnos y ser flexibles en lo que no podemos cambiar. Adaptarnos inteligentemente al medio y a las circunstancias, respetando el espacio y la voluntad de los demás ….
La decepción es un sentimiento lastimero que no sirve para nada. Es creado desde la nada, son pensamientos; sólo conjeturas y expectativas. Por ejemplo, casarnos con alquien con la esperanza y creencia de que le haremos cambiar a nuestro gusto y conveniencia… ¡qué decepción!
Otro ejemplo sería nuestras expectativas con los hijos; nuestra oportunidad de que sean lo que nosotros no conseguimos lograr ser… ¡qué decepción! Hemos sido engañados. Una gran pena nos invade… Ahora toca sufrir y hacer sufrir a los demás.
Pero si te sientes desdichado, que sepas, sólo tú causas tu desdicha. Tú creas tu infierno y tu dicha.