
No tener en cuenta nuestro lado espiritual, nos crea, aunque sea insconscientemente, añoranza vital, apatía y desánimo cuando no le encontramos un sentido a la vida.
No tener en cuenta nuestra alma y espíritu, nos aleja de nuestra realidad innata y por tanto, estamos desconectados de nuestras facultades más importantes: la intuición, nuestro sexto sentido, que nos permitiría experimentar nuestra divinidad y conexión con Dios.
Entender qué nos sucede interiormente. Cómo nos sentimos, independientemente de cómo «estamos» exteriormente, es lo que libera nuestra Alma.
Conectar con el Alma proporciona el gran beneficio de comenzar a hacerse responsable de uno mismo y de nuestro destino.
Haces y piensas (crees) según se supone que debes hacer y pensar, no de acuerdo a lo que tu sientes e intuyes (te dicta tu corazón).
Defendamos nuestra libertad intrínseca que es intransferible e inalienable, y que está ligada a nuestro espíritu y alma.