Uno elije cada actuación de su vida. Inclusive el mostrarse pasivo o resignado, es también una elección de actitud. Ser valiente o ser miedoso son opciones. Ser un mentiroso es una forma de ser que no admite justificaciones. Aunque sea inconsciente, es una elección. Luchar o rendirse es una determinación que sólo depende de nuestra elección.
Entender que la cuestión importante no está tanto en qué elegir sino saber ver las consecuencias que ocasiona esa decisión. Podemos llamarlo SABER PENSAR que incluye ver con antelación los resultados de una toma de decisión. Y también, el saber pensar, trae consigo otras virtudes; la paciencia, la prudencia y la confianza absoluta de que existe un Orden Superior al que estamos sujetos.
Quien es consecuente y coherente consigo mismo, no tiene sorpresas desagradables en la vida. Sabe que la corrección, la honestidad y los demás valores que profesa, le traerán más de eso mismo. Esa seguridad le proporciona claridad mental. La claridad mental brinda una amplitud de Conciencia y conexión con la Conciencia Superior. Y todo ello hace florecer en el interior la paz y la dicha de ser.