La vida es una corriente de energía vital, con una vibración, frecuencia, Luz, Conciencia, Inteligencia… variante.
Tenemos la capacidad de, voluntariamente, reactivar y acrecentar esta energía con la finalidad de evolucionar a Planos superiores donde la Conciencia es pura Luz.
Alcanzar un estado vibratorio alto, estable y armonioso, supone crear -por el poder de la intención- la paz interior que todos deseamos y una Conciencia lumínica receptiva.
Una Conciencia receptiva convierte el alma en Canal para recibir la asistencia de energías superiores -seres de Luz- que son, inteligencia cósmica, al servicio de las almas que les invoquen y pidan ayuda.
Cuando alcanzamos la etapa de la ACEPTACIÓN (de la no-resistencia), abrimos nuestro corazón espiritual para que esta Fuerza, que se manifiesta como seres de Luz de Amor Incondicional, se haga presente en nosotros. Sentir la Presencia divina en nuestro corazón nos proporciona certeza, fe, confianza y paz. El Universo nos manda señales. No son casualidades o coincidencias, no se trata de magia, pero sí son manifestaciones reales que están por encima de nuestra lógica y razonamiento.
Desde el reino de la Conciencia Cósmica, los maestros ascendidos, los santos, ángeles, la Madre y Padre celestiales, son aquellos que son llamados a interceder por los seres humanos y es beneficioso invocarles, nombrarles en nuestras oraciones de agradecimiento. Ellos nos atraen hacia la Luz. Ellos nos dan el Aliento para poder soportar las dificultades.