La inmensa mayoría de las veces es nuestra actitud la que boicotea o impide que lleguen a nosotros las cosas buenas de la vida. La vida quedó enredada en algún episodio que nos causó dolor, hace ya mucho tiempo, pero no sabemos salir de él. Y a partir de ahí todo ha ido de mal en peor.
Contaré un caso reciente: vino a verme un muchacho de 21 años con su madre. Mejor dicho; una madre me trajo a su hijo por si lo podía ayudar. Ella me comentó previamente que él a veces tiene explosiones de ira, grita y se golpea contra la pared. Se relaciona muy poco con otros jóvenes, dejó sus estudios sin terminar y no sale prácticamente de su habitación.
Le pido al joven que me explique cuál es su problema: «Yo soy muy paciente» -es lo primero que me dice. «Mis amigos no me valoran, me tratan mal pero yo me mantengo callado, no me gustan las peleas. Creo que me tienen envidia porque juego muy bien al fútbol. No quieren jugar conmigo por eso».
Le digo que que si tan bueno es jugando al fútbol pienso que, al contrario, buscarían que jugase con ellos… Le digo que algo no me cuadra y que podemos averiguar qué ocasiona sus explosiones de rabia, que él reconoce tiene pero que achaca al mal comportamiento de los demás …
Le hablo sobre el Reiki, que es mi herramienta de trabajo para chequear la fluidez de la energía vital en los centros energéticos y los bloqueos o distorsiones en los mismos por situaciones emocionales no solucionadas.
Se tiende en la camilla, le pido cierre los ojos y que se relaje. Por la imposición de manos, chequeo diferentes puntos del cuerpo físico y de los centros energéticos: comienzo por la cabeza, sigo por los oídos, ojos, garganta y voy bajando a los demás chakras hasta poner las manos en la planta de los pies.
Nada más comenzar siento tiene un problema importante en los oídos. Por lo demás no noto nada a destacar. Al finalizar la sesión de Reiki , el paciente se siente relajado y es el momento ideal para que abra su corazón así que le invito a sentarse nuevamente.
Le pregunto directamente por su problema en los oídos. Él abre mucho los ojos, mira a su madre y le pregunta si me habló de eso antes de venir a la cita. Ella sorprendida responde la verdad; que no me había comentado nada.
Entonces el muchacho me explicó una historia llena de resabio hacia su madre, de que cuando era pequeño su mamá se fue de viaje y cuando volvió, él al verla «por la falta de consuelo» sufrió una conmoción y sintió como una explosión en su oído y desde entonces no escuchaba nada por el oído derecho.
«Tengo que decirle algo más» -me dijo en tono confidencial. «Desde hace un tiempo escucho voces que me atacan».
– Eso debe ser una tortura para ti – le digo.
«Se lo he dicho a ella muchas veces -dice señalando a su madre con enfado- pero no me escucha».
– ¿Qué te dicen esas voces? -pregunto.
«Jódete. Quiero verte sufrir» … ahora ya el volumen de esas voces es más bajo, lo controlo más . También es que mis hermanos me desquician, por eso …
Hablamos largo rato. Se ha creado entre nosotros una corriente propicia para el entendimiento. Sé que podremos trabajar muy bien para solucionar su problema. Quedamos en volver a vernos en un par de semanas.
Le preparo una fórmula personal de Flores de Bach para que vayan disolviendo la rabia y salga de su aislamiento.
Ha tomado conciencia de que el problema no está en los otros sino en él. No hay resistencias a reconocer errores y este es el principio de la sanación.
Con REIKI podremos acceder a desbloquear y limpiar las energías que nos distorcionan y nos impiden avanzar en nuestra vida.
Recibiendo la transferencia de esta elevada energía cósmica, vas a encontrar el impulso necesario para deshacerte de todas las energías inútiles y de todas las que no te pertenecen. Además de:
> eliminar la ansiedad.
> despertar la creatividad
> reducir la depresión y pensamientos negativos.
> aumentar tu energía vital
> aumentar tus defensas
> aumentar tu claridad mental
> Aliviar dolores
> Mejorar la concentración
> Relajar la mente y meditar.
Generar un estado de paz en tu interior sólo depende de tu decisión.