En el interior de cada ser vivo existe una fuerza vital arrolladora e incuestionable, que lo hace crecer y madurar, y ello está dentro de las Leyes y Ciclos de la Naturaleza.
Todo sería «perfecto» y fácil si no pusiésemos resistencias para ello. Porque el ser humano es la única especie que se contradice a sí misma, rechazando su originalidad, esencia y evolución natural.
Viviendo desde la incoherencia y la inconsciencia, desde el sufrimiento y los conflictos mentales, desde las guerras consigo mismo y con los demás, es lo que le hace estar atrapado en patrones auto-destructivos.
Debido a su desconexión con la Realidad, el ser humano ha ido modificando e invalidando su esencia y personalidad, ha ido menguando su potencialidad y sus valores intrínsecos. Y es así como la interpretación de la vida y de sí mismo se volvió distorsionada para la inmensa mayoría. Y es así como algunos -desalmados- se volvieron arrogantes, codiciosos, egoístas y soberbios. Dueños de esos otros -infelices inconscientes de sí- esclavos voluntarios de esos primeros.
¿Cómo salir de ese nivel de inconsciencia y despropósito? ¿Cómo reconstruirse a uno mismo y encontrar al ser esencial en su interior? ¿Cómo hallar la inspiración y la voluntad que nos reconduzca hacia la Conciencia Suprema de la que formamos parte? ¿Cómo trascender la mente lineal a la que estamos atados y sometidos?
Nuestra vida no es más que la materialización de cómo pensamos. Tomar consciencia de ello es el primer paso para el cambio. Erguirnos nuevamente, ponernos en pie, elevar nuestros pensamientos desde el Espíritu que nos sostiene y es el único que nos puede guiar e iluminar nuestro Camino hacia nuestra originalidad como seres humanos y como seres divinos que somos.
Seamos Observadores de nuestros pensamientos. Situémonos en el Corazón para dirigir nuestra mente con ecuanimidad y Amor.