Nuestras vidas están en crisis. Nuestras sociedades y nuestro planeta están en crisis. Nos hemos ido fragmentando de tal manera que ya nos resulta difícil saber quiénes somos y qué estamos haciendo aquí. Muchos se sienten confundidos y asustados en este despertar a una realidad incierta donde el Mal se ha posicionado con fuerza y nos envía señales continuas de peligro y miedo generalizado para mantener sumidos en la mezquindad codiciosa e individualista a ese por ciento de humanidad que todavía no ha despertado.
Tenemos la sensación que todo se ha ido degradando en nuestra sociedad y en nuestro planeta. No nos sentimos satisfechos con nosotros mismos y estamos tomando conciencia de esa necesidad de modificar nuestra percepción de la Realidad. Bendita crisis pues, si nos trae el resurgir de nuestro corazón espiritual.
Así y todo, los que vamos despertando, nos resistimos a los cambios, todavía estando amordazados y a la vez acomodados a una mente racional capaz de encontrar justificaciones para lo injustificable. Y todo ello por no querer VER y aceptar nuestra realidad de sentirnos incapaces de luchar contra esas fuerzas negativas de miedos e inseguridades que nos condicionan e inmovilizan.
Pero este es el momento de hacer cambios de forma individual y colectiva. Somos impulsados -desde nuestro interior- a transformar nuestras vidas haciendo que emerja todo nuestro potencial y capacidades. Tomemos como un desafío los obstáculos que se nos presentan y no nos rindamos.
Es nuestra Conciencia quien nos pide acción para que corrijamos y mejoremos nuestra visión de nosotros mismos y de la vida. Para que nos hagamos responsables de nuestra felicidad desde el sentimiento del Amor universal. Sintiéndonos parte creadora del Bien común.