Rectificar es reducir una cosa a la exactitud que debe tener. Es purificar los pensamientos  hasta conseguir que queden transparentes y vacíos de todos los sentimientos negativos que los envician y densifican. Cuando el ego se adelanta al sentir del corazón, lo mejor es rectificar.

Uno pasa por momentos en la vida donde se nos facilita el que nos veamos como testigos de nosotros mismos. Momentos de claridad mental donde la Conciencia hace acto de presencia y nos ilumina enviándonos algún mensaje … lo más común es que estos momentos no sean reconocidos y se pasen por alto  pero esos momentos son preciosos y hay que aprovecharlos para rectificar nuestro rumbo. Son espacios para enmendar lo errado y templar las energías.

Se dice que rectificar es de sabios y es una gran verdad pero, al mismo tiempo, quién es el que se ve tal cual es y tiene la valentía de enfrentarse a la Mente. Porque cuando la Mente y el Ego se confabulan y se atrincheran sólo observando al «enemigo» y dejándole debilitarse,  no alimentándolo, es como podemos vencerle. Es tomando conciencia y diferenciándome de que «yo no soy mi mente, tengo una mente» es como comienza el camino del despertar de la Conciencia.

La mente tiene su propia interpretación de las situaciones y de la vida misma. La mente siempre se justificará… esto quiere decir que la construcción que hemos hecho de nosotros mismos seguramente no tenga unas bases sólidas o adecuadas o tal vez ya han quedado anticuadas y necesiten renovación…

No debe darnos vergüenza el rectificar. En el mismo momento en que me doy cuenta que acabo de decir una frase no enteramente cierta o exagerada o capciosa, me desdigo y rectifico con toda naturalidad …

La meditación es la mejor manera de conectar con nuestra conciencia dejando que la rectificación ocurra por sí misma.