Hay cosas que cada uno tiene que descubrir por si mismo; no se pueden imponer, forzar y ni tan siquiera descorrer el velo de los mundos invisibles, que da la Conciencia, antes de tiempo. Esto causaría estupor, desconfianza, confusión e inclusive escándalo y resistencia.
Es como decirle a un niño inocente que los Reyes Magos no existen o querer llenarles la cabeza con creencias falsas …
En los primeros años de vida, cuando todavía el niño guarda en sí la memoria de otros mundos y está inmerso en un estado de magia; fuera de la lógica, necesita creer que existe un mundo superior, invisible a los ojos terrenales pero que todavía él es capaz de percibir.
No es sólo fantasía, es añoranza. No es sólo imaginación, él puede entrar en otras dimensiones de su ser. El niño entra con facilidad en el Plano de las posibilidades.
Un niño con tres años, cuando juega no inventa sino que CREA un mundo paralelo y lo materializa de forma natural.
A los abuelos les resulta fácil entrar en sus juegos porque con la edad la mente pierde densidad y las personas se vuelven «como niños».
Esta es la inocencia que tenemos que recuperar.