Es todo un desafío. Debo sobreponerme y ponerme en pie, actuar. La tendencia de una Mente débil es ceder al miedo, hacer que me encoja, que me convierta en un ovillo mental, abandonado a la suerte. Los miedos anulan la capacidad de pensar y tomar decisiones.
Los miedos tienen que estar localizados. Son intrusos. Invasivos. ¡No me pertenecen. No tienen nada que ver conmigo!
Los miedos son muy concretos aunque a veces quieran deslizarse muy diluidos y finalmente mostrarse como una inocente duda o inseguridad.
Quieren infiltrarse aparentando algo minúsculo, sin importancia, para luego soltarse y crecer rápido. Pero yo estoy atenta y enseguida salta la alarma. Pongo la Mente firme y reúno todas las energías dispersas.
Y si tengo que tomar una decisión, me armo con todas las posibilidades, de manera lo más inteligente posible, emocionalmente en calma y sabiendo qué es lo mejor para mi, decido.
Una vez tomada la decisión, las dudas y los miedos deben desaparecer; ninguna argumentación que cree duda debe entrar en la mente.
Una vez tomada una decisión no hay que permitir a la mente que vuelva a la carga trayendo nuevos miedos. El asunto está resuelto. No hay más dudas. Tomé la decisión correcta en este momento. Voy donde mi corazón y siento la certeza. Y eso es suficiente para mantenerme firme.
Así es como cierro todas las puertas posibles a la inseguridad. Confío en mi decisión y si luego surgiese un error lo tomaré como una enseñanza; le daré la bienvenida.
Estoy fortaleciendo mi auto-estima.