La libertad de ser.

Anhelo por saber. Curiosidad por conocer. Incansable búsqueda.

Me hice católica a los 16 años. Me hice musulmana con 34 años. Entretanto me interesé por el budismo Zen. A los 45 años me aceptaron en la Tarika sufi de los Yerraji en Estambul. Y con 56 años me desembaracé de todas las formas y dogmas y me quedé con la esencia de cada una de ellas.

Me siento, igualmente, de todas partes -hija de la Madre Tierra- pues el haber viajado por el norte y por el sur, vivido tanto en oriente como en occidente, me han dado la certeza de que no hay un sitio mejor o peor, ni la buena gente está concentrada sólo en un lugar. Las cosas son según el color con que las vemos.

Todo depende de cómo respiramos. Desde qué nivel de Conciencia actuamos.

La libertad de ser, de corregir el rumbo, de equivocarme y volver a empezar, de no sumar fallos sino experiencias, de dejar el pasado atrás y vivir el presente sin miedos.

Hasta que llega el momento de que te das cuenta que no hay que salir fuera para encontrar lo siempre vivo. Se termina la etapa de «buscadora» y entras en el estado pleno de saberte completa; en paz contigo misma.