Mi Maestro , al que iba a visitar yendo a mi Campo Astral, en mis meditaciones, tenía su torso como un diamante que cubría con una larga túnica. Este hecho sin igual venía a demostrar su estado perfecto, símbolo del Sol Central, según me explicó.
Aparecía ante mi con toda humildad y sencillez del hombre sabio que se basta a sí mismo por la Gracia divina. Yo le hacía preguntas y él me corregía diciéndome que formulándolas desde la mente no tenían validez. Que las hiciese desde el corazón para que pudiese reconocer y asimilar las respuestas correctas.
Cada vez que nos veíamos yo le pedía consuelo; mi Alma ansiaba la paz y el Amor que él irradiaba. ¡Quiero llegar a ser como tú! ¡Quiero para mi esa misma paz y luz!, le imploraba.
De la nada él me ofrecía una copa dorada para que bebiese y calmase mi sed. O ponía en mis manos como regalo una estrella pequeñita. O me sacaba de mis estados mentales invitándome a volar … ¿es que podemos hacerlo?, preguntaba asombrada. Entonces mi Maestro me cogía de la mano y de un salto nos encontrábamos en el espacio azul sobrevolando bosques y ríos…
-¿Quién está mirando detrás de tus ojos?, me preguntaba a veces. ¿Quién es la que sufre? ¿Quién es la que se cuestiona la vida y quién responde? – entonces atrapaba mi mirada y me hacía ver dentro de él; la Energía del Amor Incondicional, el estado auténtico del ser humano realizado.
-Descubre tu verdadera naturaleza y te liberarás del sufrimiento-, me decía una y otra vez-, confía y sé paciente.
¿Qué debo hacer para encontrar a mi maestro?
¡Qué hermoso debe ser llegar a ese estado tal que permite poder conocer a nuestro Maestro espiritual, Cris! Pareciera una fantasía, pero sé que es posible y creo lo que cuentas. Envidiable la sensación de paz y luz. ¡Gracias por compartir tus experiencias!
¡Un abrazo!
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Gracias