La clave para no engañarnos a nosotros mismos, cuando tenemos un deseo profundo y sincero, es estar atentos a que nuestra mente no esconda ningún interés egoísta que mancille el propio deseo. Lo que se anhela debe estar libre de codicia, vanidad o que detrás del mismo deseo no haya la intención de obtener algún otro provecho.
Las cosas del corazón se hacen limpiamente. Para atraer lo que deseas no tiene que haber intereses ocultos.
Si el agua está turbia debemos esperar a que se asienten los posos para que se vuelva clara y cristalina. De igual manera, debemos dejar que los pensamientos se asienten para que toda idea de interés, más allá del propio deseo, no entre en el corazón.
¿Son nuestros deseos claros o están empañados por intereses? Deseamos amar pero más que nada para ser amados. Somos amables y bondadosos mientras nos reconozcan nuestros valores. Buscamos el amor pero por miedo a la soledad. Queremos tener hijos para que llenen nuestras carencias afectivas …
¿Tengo un deseo sincero o sólo es un pensamiento que persigue un interés? ¿Estoy buscando una ganancia o es un anhelo real?
Seamos sinceros con nosotros mismos a la hora de desear e indaguemos en nuestro corazón la razón verdadera que nos lleva a querer conseguir algo.